Olber Gutiérrez Fernández(Cubo Oriental) y Arnoldo Fernández Verdecia | (Caracol de Agua) |
Ya es tradición en Cuba que los
abriles vengan acompañados de una semana de receso docente llamada Semana de
Girón por los acontecimientos acaecidos en esta zona al sur de Matanzas en mil
novecientos sesenta y uno. La gente aprovecha para viajar y así, por algo más
de siete días, los aires cambian, vuelven muchos, como yo, a los lugares por
ejemplo, donde pasamos nuestras infancias y para mi ese lugar es el Baire mambí
que ya en pleno siglo XXI aún se mantiene en plena lucha. Allá me encontraba el
diecinueve de abril de dos mil diecisiete, día en el que se cumplían cincuenta
y seis años de terminada aquella gesta protagonizada por el pueblo de aquel
entonces. Curiosamente la madre natura también nos regalaba una semana
netamente lluviosa como hacía mucho tiempo no sucedía. Trabajo cerca del Mar
Caribe, a las faldas de la Sierra Maestra y cuando tengo la oportunidad retorno
al Contramaestre que me vio nacer. Aquel día en específico, a pesar del mal
clima, había quedado con el periodista Arnoldo Fernández Verdecia desplazarme
los ocho kilómetros y visitarlo luego de tres meses de ausencia y el asedio de
las constantes llamadas telefónicas desde Guamá, debido a que tal vez cometió
el error de darme su número telefónico en diciembre de dos mil dieciséis.
Arnoldo me recibió con la carcajada que lo caracteriza. Poco faltó para
que me diera un beso y enseguida nos pusimos al tanto de la vida intelectual
tanto como la de él como la mía. Entre sus preguntas que si me había leído el
compendio de siete libros que según él me ayudaría a crecerme y descubrir en mí
las facetas que tenemos los hombres dormidos y que, por mirar y ocupar el
tiempo en cosas incorrectas, no logramos descubrir. En mis anteriores
interacciones con el periodista todo era genial y más aún lo fue cuando en uno
de los momentos me confesó que venía de la misma carrera de Marxismo-Leninismo que
yo. Me sentí más ligado a su suerte. En mi vida práctica es fácil escribir lo
que pienso que decirlas cara a cara. Me enredo justificándome que quiero hablar
más rápido de los que pienso. Quizás me salgo un poco de las intenciones de
contar la historia y aprovecho la ocasión para agradecerle al Fernández.
No recuerdo exactamente cuál fue el elemento de nuestra conversación que
nos hizo ir a parar a la parte de su casa en la que tiene su cuartel general y
desde donde edita su CARACOL DE AGUA. Solo recuerdo que me pidió que le
acompañara y entre confusas ideas al principio, entendí algo así como que me ayudaría
a crear un blog. En un abrir y cerrar de ojos encendió su arma de combate y con
la habilidad ganada y que lo caracteriza también hizo las operaciones
pertinentes para darle forma a lo que se proponía. Ya el periodista había leído
mi cuento EL CUBO, cosa que recordó y tuvo en cuenta a la hora de buscarle
nombre a este espacio que estaba naciendo y ya mostraba su cabeza por esa vulva
dilatada que es la informática.
-¿Qué te parece EL CUBO ORIENTAL? Pichón de tu sabes dónde –preguntó.
-Lo que tú digas –le respondí.
-Así mezclamos el nombre de tu cuento con la región en donde vivimos.
Dame lo que tengas ahí para publicarlo. (1)*
Me quité del cuello en la que llevo amarrada a un cordón negro la
memoria USB. Abierta en la PC elegimos tres cuentos entre los cuales se encontraba
el mismo CUBO. En otro pestañazo estaban ´´on line´´. No podía creerlo. Por vez
primera algo de lo que escribía se encontraba plasmado en algún lugar a la
vista de la gente o, en este caso, de los internautas. Estaba plantando en mí
la semilla o el bichito de bloguear y más increíble fue cuando al instante
recibí las primeras visitas. (No pasaban todas de cinco pero con el asombro las
percibí como un millón). Recuerdo haber regresado a Baire bajo un refrescante
aguacero y aunque sabía que los míos en casa no entenderían ni J les di la
noticia. Se quedaron con los ojos abiertos como preguntándose por qué les
hablaba en chino. Aquella noche, cansado, me acosté a las nueve y media.
Termino esta breve historia con decir que las tres de la madrugada me
sorprendieron sin poder dormirme, pensando en todo el reto que me esperaría
ahora en adelante con este proyecto que tal vez inadvertido empezaba a rondar
la isla y más allá de su fronteras.
(01)* Alguien me comentó
luego que las cosas en Internet no se publican, sino se cuelgan. Ese alguien me
introdujo la duda. No por eso detengo mi mano y desde las costas cubanas de
Guamá, Cuba, yo sigo escribiendo para aquellos que, por azar o por redirección
encuentran este sitio. A esa persona dedico este texto.
Olber
Gutiérrez Fernández (Editor)
1 comentario:
ES BUENO DEJAR LAS COSAS CLARAS: Vale, muchos analógicos no saben el origen del nombre, están demasiado amarrados al papel que no consiguen salirse de una egolatría demasiado pendeja para valorar y tomar en serio a otros..Olbert se tomó muy en serio lo del blog y hoy desde Guamá empieza a ser alguien que debe tenerse en cuenta....Mi consejo. bloguear es una pasión que exige constancia, superación y sobre todas las cosas valentía para los riesgos que siempre se corren...Felicidades mi hermano, tu cubo es la gloria tuya, no dejes a los tontuelos de municipios, los nenegados, los de las líricas depresivas que te apaguen con sus fofadas...A navegar men, mientras más lejos, mucho mejor....
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