lunes, 31 de julio de 2017

El hombre desnudo

  
     -Cuídate, Cundo, que hoy se sueltan los perros del cielo –comentó el primo Quique que sonreía pícaramente en forma de despedida mientras que su mujer e hijo lo esperaban ya en el trillo.
   Al rato el viejo salió al portal, y no lograba explicarse por qué todavía le resonaban en los oídos aquellas palabras. La oscuridad, por instantes, era rota por los flashazos de los relámpagos. La tormenta era inminente. Sin temor alguno se sentó a balancearse en su sillón de caoba. Del bolsillo de la camisa Sacó el tabaco y prendió un fósforo.
   Oyó ladrar a los perros y aspiró una bocanada. Extrañado prestó atención. Ninguno de los primos acostumbraba a regresar luego de terminado el juego de dominó. Se paró junto a un horcón para observar mejor. Le disgustaba no obtener ninguna información entre tanta oscuridad. Tal vez le habían cogido miedo a la tormenta. 
   -¿Quien anda ahí? ¿Qué quiere?
   -¿Facundo Martínez? –le respondió una voz desconocida y sintió como desprendían el alambre del portillo.
   -Soy yo. ¿Quién quiere saberlo?
   La silueta siguió avanzando hasta que la luz del candil fue revelándola por completo. Era un joven, y el viejo quedó convencido de que no era por todo aquello. Venía desnudo. Su piel era pálida. Cualquiera se hubiese asombrado menos Facundo.
   -Vengo desde lejos –dijo- Al parecer es verdad lo que me han dicho.
   -¿Y qué le han dicho?
   -Que usted no tiene miedo.
   - Han sido pocas las cosas que me han asombrado. Pero desembuche ¿qué quiere?
   - Vengo del mismísimo infierno.
   -Mas bien parece un loco. Está a punto de llover, entre ¿Allá en el infierno no les da catarro?
   -Intentaré ser breve –interrumpió el desconocido –.No soy ningún loco.
   -Acabe de decir entonces qué es lo que quiere, No quiero perder la paciencia por segunda vez en la vida.
   -Sí, ya sé. La primera fue cuando le robaban los chivos, ¿Recuerda?
   -¿Y cómo usted sabe eso?
   -Su compadre me lo dijo antes de tomar el tren.
   -Eso es imposible. Al que era mi compadre lo machetié en el acto. Ese ladrón no llegó vivo al pueblo. ¿Usted se está burlando de mí, caríjo? 
   -Yo solo me limito a hacer mi trabajo.
   El viejo miró al desconocido a los ojos y se percató de que estos no brillaban. Por primera vez se le agitó el corazón pero quiso disimularlo y apagó el tabaco contra el mango del balance.
   -De donde vengo, veo a su compadre casi todo los días. No le guarda rencor ¿Sabe?
   -Con los muertos no se habla, a menos que uno también lo esté o que la Muerte misma quiera decirme algo en persona.
   -Es verdad, la Muerte suele hablar con algunos vivos. Sobre todo si les toca partir. No le daré más rodeos Facundo Martínez…
   -Aún no estoy listo –dijo el viejo, entendiendo.
   -No puedo hacer nada.
   -Mi madre siempre decía que la Muerte venía encapuchada, y mire usted... ¿gustaría un jarrito de café? Colé un poquito mientras jugábamos dominó. Mi primo Quique se marchó no hace na´. ¿No lo vio por ahí?
   -Me pasaron justo al frente con los mechones en la mano. El único que se percató fue el perro, se puso a ladrar. Uno de ellos lo regañó diciéndole que no fuera tan soquete y que no le ladrara a los relámpagos. A veces es mejor ser un perro. No perdamos más tiempo, le acepto el buchito; se me está prohibido, pero haré una excepción.
   El ya no tan desconocido se sentó en el balance.
   En menos de diez minutos romperá a llover –dijo.
El viejo volvió con el jarro y el tabaco encendido. El café estaba amargo, exactamente como le gustaba, a pesar del protocolo que violaba.
   “De veras que soy osada” –pensó.
   Esperó a que el viejo terminara de fumar y apagara el mocho, después se puso en pie frente a él. Este frunció el seño cuando un rayo iluminó el camino en dirección al portillo.            
   -¿Cómo lo harás? –preguntó Facundo, pues no veía guadaña, ni ninguna otra cosa que pudiera quitarle la vida.
   -Con el dedo, simplemente con el dedo.
   Después de decir estas palabras, tocó la frente del viejo, quien comenzó a sentir un olor a tierra mojada y aunque se esforzaba en abrir los ojos, no pudo ver cómo al joven le salían unas enormes alas grises y emprendía el vuelo.

5 de octubre 2016    

Onel Pérez: ´´La literatura es como un árbol´´




Onel Pérez Izaguirre
-¿Qué es para Onel Pérez Izaguirre la literatura?

-Literatura es la otra realidad que las personas no saben percibir. Hay que tener oídos y ojos espirituales  . Son aquellas palabras que te vienen como susurradas, frágiles y es inevitable que guardes silencio ante ellas. Palabras que al final van a tener un compromiso social, un compromiso para que la gente a través de la literatura pueda crecer.

-Sé que vas a publicar tu primer libro, ¿Cómo te sientes al saber que al fin tu esfuerzo va a salir a la luz?

-Un libro es una criatura, el fruto del trabajo; el sacrificio de los escritores y más de aquellos que somos locales, que vivimos alejados de las ciudades. Publicar Fosa Común me hace sentir feliz. Va a salir publicado por la AHS, organización de los jóvenes artistas que son la vanguardia y el talento, específicamente por Ediciones Ávila. Es un texto complejo. Habla sobre la realidad actual en Cuba, la familia, la concepción que tengo de la poesía, es una obra que habla de cosas que no se dicen. Mi poesía llega a esas partes de la marginalidad. Yo creo que mi libro nos da la oportunidad de ver esas cosas y contarlas a través de la belleza y eso es lo que he querido lograr con este volumen.

-Hay un punto interesante en aquello de que somos escritores locales, ¿por qué tenemos la necesidad de creer que  no somos menos importantes que los escritores a nivel nacional o inclusive internacional?

-La literatura que hacemos desde aquí también ayuda a la gente a vivir. En mi obra no hablo solamente de dolor, hablo de la vida, de cómo mis poemas pueden llegar a sensibilizar. Decía Martí: "La poesía es la lengua de lo subjetivo permanente". Es decir que la poesía (en mi caso) trabaja conscientemente y subjetivamente creando maneras. También decía Martí: "la poesía le da el deseo y la fuerza a la vida". Siento que lo que escribo ha ayudado en los barrios, en esos lugares muy locales, y lo he percibido en mis lecturas, en las formas de avanzar en la vida,  de esforzarse y sacrificarse. Dice en el libro de Josué, en La Biblia: "Esfuérzate y se valiente". Decía José Lezama Lima algo parecido: "solo lo difícil es estimulante". Yo no creo que los escritores locales seamos menos importantes como los nacionales o aquellos que viven fuera de la Isla.

-Para ti, ¿qué es lo más importante, la fama o trabajar para crecer en el espíritu?

-Es verdad que la fama de alguna manera te da reconocimiento y visibilidad. Los premios son importantes. Pero los premios ni la fama dicen si eres buen escritor o no. ¿Qué dice o afirma que lo seas?: El tiempo. Por ejemplo, el gran Lezama Lima no ganó grandes lauros, pero sin embargo fue Lezama Lima y por qué, por todo el sacrificio, todo el empeño que puso en su obra. Él estaba decidido a ser lo sería en su vida sin importarle llegar a la fama. Como el caso de Jorge Luis Borges y otros tantos.

-Podemos resumir que la literatura es como un árbol que primero tememos que sembrar para que con el tiempo nos de sus frutos.

-Exacto.

-Este libro que vas a publicar es la semilla, no de la fama, sino de tu trabajo y el esfuerzo dedicado.

-Sí, creo que mi libro lo hice con inocencia, es mi primogénito, donde creo que hay poemas que me marcaron definitivamente como el que le da nombre al libro. Cuando yo lo escribí me dije: yo voy a ser poeta. Antes había escrito algunas cosas. Este libro va a hacer la semilla y la continuación porque sé que los libros que van a venir detrás, tienen que romper con lo primero, tienen que tener otro crecimiento.

-Entonces, ¿Asumes este libro como el fruto de los machetazos, por así decirlo, de los talleres con Eduard y los demás en el Café Bonaparte, de las críticas... lo asumes como un buen resultado que te anima a seguir el camino de la escritura.

-Exacto.

-Gracias por esta entrevista para El Cubo…

-Gracias a ti.  

miércoles, 26 de julio de 2017

Pico y pala en Cuba oriental bajo un sol picante


Por Olber Gutiérrez Fernández. 

Es verdad que los intelectuales no nos acostumbramos a trabajar duro cuando tenemos que coger pico y pala. No más damos los primeros golpes a la tierra y ya parecemos un tronco tirado a la sombra. Eso fue lo que nos pasó a Arnoldo Fernández Verdecia  y a mí, a pesar de mis 26. Arnold me invitó a deshacernos de un montón detrás de su nueva casa ampliada. Me dijo que llegara temprano, pero el transporte cubanísimo, ese que tenemos, me lo hizo imposible. Comenzamos casi a las once de la mañana. Ya el sol estaba superpicante (no por gusto estamos en julio), y mi socio Arnold y yo, no aguantamos hasta la una de la tarde. Todo el tiempo fui el conductor del vagón, -nunca pico y pala, eso era de Arnold- y sin matarnos mucho adelantamos bastante. Luego nos comimos dos huevos duros y un par de prú de oriente (voy a ser sincero, fueron muchos más). Yo prefería ir hasta donde votaba la tierra y admirar el río Contramaestre y los dos puentes que hacen juego con el paisaje. 
Hablamos de literatura, lo flojo que fue One el poetón de Baire, a quién dedico esta crónica; del viaje del gordo Encina a Colombia; de mi vida; del futuro…El máster Arnold estaba rojo cuando terminamos la primera sesión. Sobre las tres de la tarde le metimos mano al taller de blog que me debía Arnold desde hace unos meses atrás. Mano que duró hasta casi las siete y me fue muy productiva. 
Para no joderme la paciencia otra vez con lo del  transporte, decidí quedarme y antes de que cantara el gallo matutino, “estás listo para seguir votando tierra”, era Arnold que asomaba sus ojos por una ventana. Pensé que no iba a dormir en toda la noche cuando me presentó un modesto catre, pero afortunadamente fue todo lo contrario. 
Ya el supermán de Fernández Verdecia estaba repuesto para de nuevo volver a la cagá, digo a la carga(es que la r del teclado está media mala y sin querer se me fue una tilde). El vagón estaba listo para que lo manejara por segunda vez. Antes de las nueve acabamos. Además de tupirle el baño a Arnold y sacar las conclusiones de que puedes encontrar cosas importantes allí para leer, como el ensayo: “El río de Céspedes, Martí y Fidel está muriendo”  y desayunar bajo un árbol de guásima que hay al fondo de la casa; hablar de una perra que me quería morder cada vez que daba mis viajes de tierra y querer dedicarle al One esto, no hay muchas cosas más que decir… Ah! felicitar a One de corazón por su publicación próxima y que no sea tan blandengue….

martes, 25 de julio de 2017

Los sesenta del Uvero: Crónica de mi viaje a la impoertante celebración, aquel 28 de mayo de 2017


   Primero fue la caminata entre Bayamita y el Campamento de Pioneros Exploradores Pedro Ortiz Cabrera, después, la noche entera despiertos. Podríamos haber dormido un poco pero no: algún duende travieso nos hizo permanecer con los párpados activados mientras el tiempo pasaba.  Así estuvimos hasta las tres y media de la mañana cuando teníamos que seguir caminando hasta alcanzar la localidad del Uvero. Día: 28 de mayo de 2017 en la madrugada.
   
    Éramos un grupo de diferentes sectores, pero todos con un denominador común. Todos jóvenes e íbamos a rendirle tributo a Fidel en el aniversario 60 del famoso combate. Salimos del poblado cabecera a eso de las seis de la tarde. En el puente de Bayamita aprovechamos la crecida del río, resultado de los aguaceros de abril y, sin importarnos los mosquitos que insoportables se mostraban, nos zambullimos un buen rato en sus aguas. Hacía calor, pero el agua congelaba los huesos. Llegamos al campamento pasadas las nueve entre risas y alboroto. De ahí las conversaciones que duraron todo lo que nos quedaba de la noche y parte de la madrugada que recién empezaría.
   A las tres nos alistamos. A las cuatro la mezcla de estudiantes, profesores, trabajadores del deporte, directivos de la Unión de Jóvenes Comunista (UJC), reanudamos la caminata. Objetivo: estar presentes en el asalto simbólico a las cinco de la mañana. Ya era 28 de mayo. Sesenta años atrás desde donde hoy podemos ver ondear dos banderas, el líder rebelde hizo su primer disparo. Los aproximadamente tres kilómetros que nos restaban, no se hicieron sentir bajo nuestros pies. Me sorprendió que ya a esas horas de la madrugada los alrededores en donde en antaño se encontraba el cuartel estuviera tomado por los pioneros. Con nosotros iba un personaje de la radio local Radio Coral, Eliecer Joubert Roblejo. Eliecer había caminado a lo largo de cuarenta y seis millas que separan el enclave de Santiago de Cuba. A las cinco el primer disparo de salva, además de hacer huir un perro que deambulaba a esas horas en el momento equivocado, me hizo saltar el corazón. Imaginé el susto que se llevarían los soldados de la tiranía aquel 28 de mayo de 1957, que soñolientos no esperaban aquellas tres horas de combate.
   
    Durante los minutos previos se dejaron escuchar canciones de Silvio y de Pablo. Luego de los disparos se escucharon en la voz de una pionera los nombres de los caídos por las tropas rebeldes. Después, un poema que los recordaba…
Terminado el asalto, vendría el acto a las ocho de la mañana. Se esperaba la llegada de Guillermo García Frías y Ramiro Valdés Menéndez. Mientras, algunos ya vencidos por el sueño nos tumbamos un rato, luego de desayunar, sobre los bancos del parque. Empezaba a amanecer sobre las lomas que rodean Uvero. Me dieron, a pesar del cansancio, deseos de subir las escalinatas. Dios mediante pido tener vida para en el próximo año hacerlo.
     
Pizarra humana, uno de los atractivos en los 60 del Uvero
   El helicóptero se hizo escuchar sobrevolando sobre nosotros. No recuerdo la hora exacta. Todos vimos cómo se posó sobre el campo de beisbol levantando el polvo majestuosamente. Muchos al no estar habituados todos los días de ver el espectáculo miraban curiosos. En algunos minutos más, la entrada de ambos, protagonistas de los acontecimientos de hace seis décadas.

    El acto no se hizo esperar. No es lo mismo ver las cosas por televisión a verlas en vivo y en directo. Por la TV solamente hacen una sinopsis. Estar presente y no perderse ninguno de los detalles es mucho mejor. A la entrada de los dos héroes, el pueblo en les dio un aplauso que aún dura en mi memoria. Después, la gala arrancó sin más preámbulos. El cielo de Uvero nunca había estado tan azul. El sueño me (nos) seguía rondando pero muchos estuvimos de pie mientras los muchachos vestidos de verde olivo portando el brazalete del 26 volvían a representar a los caídos presentes más que nunca, mientras que el coro madrigalista dedicados para la ocasión nos deleitaba con sus múltiples voces y endulzaba el ambiente, mientras el número interpretado por el septeto Guamá me decía que el son no es solamente de Santiago, sino también propiedad de nuestras lomas, mientras la poesía me hizo recordar que la vida es más placentera si ella está presente. La pizarra humana representaba la enseña nacional y el aniversario 60 de los acontecimientos me decía con sus colores que vale luchar como se pueda por la Patria... Teníamos sueño, sí. Pero las ganas de ser parte de la historia sesenta años luego, nos mantuvo despiertos.

    El regreso fue de la misma forma en la que llegamos a Bayamita. Parecíamos, bueno, éramos los cansados, los que prepararíamos una buena cita con la cama. No sé los demás, pero la experiencia valió la pena. Es curioso que a veces se diga que hay lugares que, por estar apartados de toda civilización, no son tan interesantes. En ocasiones me pregunto, ¿por qué solamente lugares como el Uvero (y otros tantos) solo son tratados cuando llega solamente el 28 de mayo y mientras pasan los otros seiscientos sesenta y cuatro días nadie los recuerda?. Pero eso será punto para otro tema…

Personajes Guamenses: El chino Silva

Chino Silva con algunos de sus nietos jugando dominó.
Uno de los primeros recuerdos que tengo del personaje del que les voy a hablar, se remonta en el tiempo a cualquier día cotidiano que puede tener un muchacho de la Sierra Maestra al que, con el padre ocupado, mandan a la bodega por la tarde a buscar el pan del censo. Allí estaba el Chino Silva junto a su perro Huracán. Era nuevo en el barrio. Aquello se deducía porque jamás lo había visto, porque todas las personas de una localidad rural, aunque se odien a muerte o se amen, se conocen unos a los otros.
  
Yo en chancletitas,  shorts y camisetita sencillas, con la libreta y jabita de nylon, me puse, mientras esperaba mi turno, a estudiar al nuevo inquilino de Cañizo. Era un señor que hablaba alto y de una forma u otra con todos se metía. Me enteré con algunas vecinas, aquellas de las que van a dos cosas a las bodegas y se aburren en sus casas, que el Chino había permutado desde Chicharrones, Santiago de Cuba, con unas de las familias aspirantes a dejar el monte por una cómoda residencia en la urbe heroica y hospitalaria.

Con el paso de algunas semanas supe que se llamaba Manuel y ocupaba la casa de Ester, a la que le compraba duro fríos los fines de semanas cuando le pedía a mi padre uno o dos pesos. Tuve que resignarme, como otros tantos muchachos a perder los ricos duro fríos de Toki y de pulpa de mango cuando era temporada de estas frutas, más, con el nuevo morador, siempre tuvimos quien nos tirara por la cerca, algunos mangos de diferentes variedades y bien maduritos.

Después nos fuimos habitando a su gritería y jovialidad. El Chino entró más en mi vida cuando su hija vino a vivir con él. Esta contrajo una relación amorosa con mi padre soltero y de alguna forma pasó a ser mi abuelo postizo. La nueva situación me trajo numerosas ventajas, aún más cuando, Yolis Inalvis se mudó con nosotros y me mandaban a llevarle alguno que otro posuelo de sopa u otro plato casi siempre arroz con… Tenía el poder de coger cuantos mangos quisiera comerme.   

El chino Silva disfrutaba del juego de dómino. Sentía gran afición por los gallos finos. En sus buenos tiempos del ron puro cubano. De las mujeres tan caribeñas que son nuestras damas criollas. Así, lo supe conocer sin darme cuenta que, años después, estos elementos me servirían para redactar esta crónica y ver su recuerdo perfecto para subirlo a este blog como personaje identitario de lo que significa ser cubano.

En su juventud
En octubre de dos mil diez hice mi entrada a la universidad. Entraba los lunes y los viernes, cansado de una semana intensa de ajetreo entre claes y conferencias, solía encontrármelo al chino en la terminal del Serrano en muchas ocasiones. Antes de yo verlo a él, él me veía y me gritaba: ¡Hijo e Olber! Enseguida me ponía hacer chistes a su lado hasta que la guagua apareciera.  

Un año y medio después murió. Tardé bastante en recuperarme de la sorpresa. Mi madrastra guardó algunos documentos y fotografías que estuvieron a punto de desaparecer pero rescatadas por ella me hicieron coger fuerzas e inspiración para hacerle desde esta página Web este pequeño homenaje. Entre los papeles viejos y machacados por el tiempo encontramos una autobiografía escrita de su puño y letra. La he reconstruido de la forma original debido a que el Chino Silva no era muy amante a la buena caligrafía y la he llevado a tercera persona, cosa que no le quita de ninguna forma mérito al buen tipo que fue. Arreglada ortográficamente no pierde su esencia. A continuación les dejo con la auto biografía. Luego, unos cuantos archivos que pude fotocopiar para dar elementos visuales de quien fuera y será para siempre el Chino Silva. 

´´Manuel Silva Socarrás nació el 6 de abril de 1938 en El Cobre, Santiago de Cuba. Hijo de Pedro Silva y Juana Socarrás. En febrero de 1958 se incorporó a la tropa del capitán Israel Pardo Guerra junto a su hermano mayor Ángel y un primo llamado Samuel, en el campamento de Brazo Frío. Allí sostuvo su primer encuentro con las tropas de la tiranía. Luego pasó al campamento de La Peña donde cumplió varias misiones como fueron la recogida de armas y la busca de alimentos. Después pasó al campamento de La Anita bajo las órdenes del capitán Enrique López ya que Israel Pardo había bajado hacia donde se encontraba el Che Guevara. Por esos días muere en combate su hermano Ángel. Cabe destacar que su madre también se incorpora al Ejército Rebelde. Al triunfo de la Revolución se destacó en varias tareas. Participó en 1961 en los acontecimientos de Playa Girón. En 1968 se desmovilizó de la vida militar pasando a la civil. De ahí en adelante participó en la zafra de 1982 y trabajó en el combinado cárnico de Santiago de Cuba.´´

Murió el 9 de mayo de 2012 dejando tres hijos, cuatro nietos y unos cuantos amigos que le extrañan.




Distinción que lo acreditaba como combatiente de la Revolución

Cartulina que lo evalúa con la medalla 50 aniversario de las FAR

Cartulina que lo evalúa con la medalla conmemorativa ´´Victoria de Playa Girón

En el cumpleaños uno de su nieta Angélica Gutiérrez Silva

Medalla cnmemorativa Playa Girón

Medalla conmemorativa de las FAR





Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...