lunes, 2 de abril de 2018

La lectura y el homo sapiens contemporáneo


A mi broder E.E.R donde quiera que esté
leyendo un libro hecho de nubes, con letras
de cielo y un marcador de rayos de sol.



Dibujo tomado del blog Herodoto. Ciencia Sociales y Pensamiento
  Dediqué recientemente algunas semanas de mi tiempo libre en leerme la interesante autobiografía de Malcolm X, dictada al periodista harlemita Alex Haley, en la primera mitad de la década del sesenta del pasado siglo. En el capítulo donde  el célebre activista cuenta los pormenores de su reclusión en prisión y el genial descubrimiento que fueron para él los libros comenta: ´´Si aquí no tuviera que salir a combatir diariamente  al hombre blanco, emplearía el resto de mi vida leyendo´´. Ágil, y haciendo uso de una costumbre la cual comentada hace muchos años por uno de mis antiguos profesores ahora también adopto, en una de las esquinas de mi libreta de notas escribí para no olvidar la interesante cita.

   Es la lectura en sí una de las mejores obras inventada por el intelecto humano. Genios universales como Borges y García Márquez dotaron esta forma de una importantísima misión sobre todo para los noveles ya sea en las diferentes manifestaciones de esta profesión. Ya me lo decía el hermano al que echo de menos citando también: ´´no te digo cree sino lee´´. Al principio no lo entendía. Me justificaba en la estúpida escusa de que no tenía las horas asignadas para hacerlo. Ahora lo hago todos los minutos que puedo. Leer ejercita la mente, encierra el gigantesco poder de descifrar claves precisas por ejemplo en el arte del comportamiento. Es decir, un efecto tsunami que arrasa lo brutal trayendo el caos de lo civilizado.

   Si de buscar en mi pasado fuera otra misión para encontrar quién me lanzó contra los libros, no logro recordar. Sólo me veo sentado en la biblioteca de mi escuela chequeado por la rubia bibliotecaria, inalcanzable para mí, que todavía soy un niño pero muy linda, con libros soviéticos de cuentos infantiles algunas, otras veces en mi poder el clásico del escritor estadounidense Mark Twain ´´Tom Sawyer´´, otras con el de la escritora Nersis Felipe ´´Cuentos de Guane´´. Así empezaba sin saberlo a crecer en imaginación, a ser un viajero hacia otras épocas en la historia o a quedarme petrificado ante la invasión extraterrestre narrada en La Guerra De Los Mundos de Wells, por así citar muestras de los títulos de los que tengo referencia.

   Es preocupante lo que sucede ahora en el nuestro, (¿el  mundo real?) donde muchos no han concientizado que la literatura nos vocifera de dónde venimos y hacia dónde podemos ir. Inculcarla es una tarea un poco a ciegas. Claro está que no se le debe abrir la cabeza a nadie ni introducirle la orden para que lea como si fuesen robots. No todos que estuvieron incluso conmigo en la universidad le tenían fe a aunque sea abrir y echarle una hojeada a sus notas de clases. Tampoco en las aulas de muchos lugares van a leer y escribir todos. Ninguno tiene en la frente un cartelito que lo diga pero, ¿quién quita que de cincuenta que estén ahora en x clase, esté el futuro premio nacional de literatura o un gran periodista de la prensa escrita de este país insular?

   Incentivar desde la profesión a la lectura, sobre todo en aquellas comunidades marginadas por no pertenecer a la geografía de lo desarrollado, dígase por lo general regiones intrincadas en los lomeríos (no solo de aquí, sino también de cualquier nación del orbe). Es cierto (tenemos esa influencia), que en los lugares desenvueltos existe mas difusión y promoción de los eventos culturales entre lo que también se encuentra la lectura. No ocurre igual en el campo en el que los conocimientos me han  llevado a la conclusión de que en estos citados lugares existen talentos como diamantes en bruto que se pueden descubrir y pulir.

   Contados lideres de revoluciones pasadas, presentes y futuras  ganaron, ganan y ganarán sus luchas andando por el puente millonario que es la lectura. No importa si fueron de izquierda o derecha o los buenos o malos en el que en las películas aprendimos a clasificar a los bandos en guerra. En la bitácora de mi Patria vi ese ejemplo en Fidel Castro antes y luego de atrapado en las acciones de 1953. El joven devoraba libros. Igual otros como Julio Antonio Mella o aquel cubano de origen puertorriqueño que fue Pablo de la Torriente Brau, muerto defendiendo la República Española en 1936.

   El hombre contemporáneo que, sin dudas algún milenio después ya no estará y que será antiguo como aquellos egipcios de hace tres mil años, aquel que en una sofisticada nave espacial llegó a la luna, que con la ´´voyager´´ ha logrado salir del sistema solar, tiene la urgente necesidad de regresar, poner sus pies sobre la tierra y comprender más el hermoso mérito de las palabras escritas. Nos es una tarea de largo plazo  ver en qué idioma de la A a la Z (será demasiado pedir que me enseñen las letras de los chinos, japoneses, tailandeses, árabes y todos los demás en el que las grafías son distintas a las mías), podamos descubrir más literatura para nuestro bien y dejarse de tantas ´´pavadas´´ como dicen algunos paisanos  de Julio Cortázar y pensar seriamente en la lectura.

20marzo2018

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