miércoles, 4 de septiembre de 2019

Soy cubano: ¿ qué otra bendición más grande pudiera tener ?




El Editor de este Blog frenta a un dibujo de la bandera cubana
Nací el 21 de noviembre de 1990 en una isla asediada desde hace mucho tiempo por un poderoso gigante llamado “imperialismo” y mis primeros meses de vida fueron donde un viejo mambí de 1895 se paró en medio de la valla y con las venas airadas llenas de valentía gritó a los cuatro vientos que ya era hora de que no fueran los gallos, sino los hombres, que luchasen por la libertad de Cuba. Vivo a los 28 todavía en esta tierra caliente que se hace llamar Santiago de Cuba y que en momentos más recientes se manchara con la sangre de los jóvenes insurgentes la ciudad homónima que le da nombre, luchando contra el mal llamado “guajirito de Banes”.

Aquí dicha tierra tiembla de vez en vez para decirnos que es terreno vivo y la gente que la habitamos somos miel cuando vienen a nosotros en son de paz e hiel cuando nos agreden y quieren pisotearnos. En estos lares nació la Revolución que nos sostiene: no por gusto tenemos la dicha de tener al Moncada y la vergüenza en las enseñanzas de Martí y Fidel, de un Pico Real del Turquino quien sintió los balazos en sus faldas a fines de los cincuenta, de los amaneceres, al menos en tierra guamense, cerca del azul Mar Caribe.

Bloqueado por los yankis o viendo que no tengo nada del primer mundo para vivir, soy cubano orgulloso con un espíritu curtido en deseos de seguir viviendo, orgulloso de poseer la bandera más linda del mundo, de que por toda la geografía de la que soy parte, hallan cientos de palmas que hablen de qué tamaño es nuestra dignidad, de que nadie pueda quitarme los sueños o el aire que respiro y eso sea algo que no tiene precio. Por el momento sigo dejando señales en este blog y quizás no sean supertextos al estilo de grandes intelectuales pero son luces de mi pensamiento ante la rutina diaria.    

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