martes, 24 de septiembre de 2019

“Cuando el agua regresa a la tierra…”



La carretera guamense en uno de sus tramos mientras llueve

El viajero que haya conocido las zonas más intrincadas del municipio guamense, advierte que dichos parajes están constantemente enverdecidos. Allá arriba el rocío de la mañana tiene residencia fija, cosa que es contraria en las costas donde si no llueve en períodos prolongados el cuento es otro.

Son largas pues las temporadas en las que la hierba se torna amarilla y tal pareciera que la vida ha muerto por completo pero no es así: simplemente la vida está escondida en las semillas que con paciente espera andan a la expectativa del sonido de las lluvias que son el disparo de arrancada.

Fotograma de una planta revitalizada por las aguas
De un momento a otro se pone el cielo gris y rompen las nubes a llorar. De esa forma refresca un montón para todos los habitantes en cada uno de los puntos del municipio y la Divina Providencia les da a las semillas, como antes dije, el toque de arrancada. Si el agua caída es abundante, en pocas semanas el escenario se pinta por entero de verde como un reino que resurge de sus cenizas.
Flores silvestres hijas de los aguaceros





Me es inevitable entonces recordar aquella escena del texto de Onelio Jorge Cardoso “Francisca y la Muerte” en el que la parca pasaba por uno de los prados y se tapaba la nariz ante tanto esplendor.

En fin… bendita sea la lluvia en la Sierra Maestra desde donde se edita El Cubo Oriental…

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