lunes, 10 de agosto de 2020

Aquí también comemos hayaca…

Mientras se cocina hayaca

El maíz en Guamá no se da muy extensivo. Las condiciones desfavorables en las regiones costeras del municipio no propician las grandes cantidades del alimento como lo son Contramaestre, Palma Soriano y  San Luís, por así mencionar algunos terruños que lo cultivan de manera firme durante todo el año. Aquí en las lomas del Primer Frente Oriental José Martí el grano abunda un tanto más en campos “tierra arriba” donde campesinos aferrados se empeñan en cultivarlo, y en otras ocasiones es exportado de esas municipalidades que nos rodean en tractores y carros alquilados. De esta manera es comúnmente comercializado por los barrios humildes en los que nos dividimos a lo ancho de 157 Kilómetros de longitud. 

Independientemente de la explicación que brindo en el párrafo anterior y consecuencia directa de la adquisición,  lo cierto es que los guamenses también tenemos la suerte de poder disfrutar de este verdadero oro en la deliciosa hayaca, preparada con esmero en nuestras humildes cocinas y fogones, a pesar de lo caliente que son estos meses veraniegos, por las manos expertas de nuestras esposas, madres, hermanas y abuelas.

El caldero que no pude faltar

Es duro los avatares de picar el maíz… darle manigueta al molino cientos de veces para lograr la pasta (labor que realizamos preferente los hombre), y luego condimentarla… el seleccionar las hojas adecuadas para montar el producto deseado… aguantar las altas temperaturas mientras se cocinan… hundir las de arriba para que queden perfectas en el agua hirviendo y poner las de abajo en una palangana; pero vale la pena esperar y echarle una buena salsa de hígado de puerco por encima y sentarse a degustar el exquisito sabor que tiene el maíz sembrado en esta tierra caribeña.

Hayacas acabadas de sacar de la candela

Es un plato que amo desde pequeño. Por él dejo hasta el arroz que está en nuestras mesas durante todos los meses del año y recuerdo mientras muerdo los pedazos, a aquellos colonizadores españoles del siglo XV que buscando pepitas del metal más codiciado del mundo hallaron otro legado mejor que a través de los siglos, nos servimos sus descendientes.          

 
En el plato con hígado de cerdo

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