jueves, 20 de agosto de 2020

Acerca de las reglas para no rendirnos antes de tiempo


   La primera regla que debemos aceptar en torno al asunto es que nos tocó ser carne, no Dios Omnipotente e Inmortal y la única rendición que real en nuestras vidas deberíamos adoptar, es la de abrirles nuestros brazos exclusivamente a la muerte al final de un largo camino. Mientras tanto, es cierto: nos agotamos y pensamos en instantes que todo se va acabando, pero ¡oh milagro!: podemos levantarnos y continuar, porque siempre llegarán nuevas fuerzas con las que poder seguir y reordenarnos el universo.  

   De otra forma para que se entienda la idea: vendrán sobre nuestras existencias huracanes tormentosos una y otra vez que nos querrán llevar a “mismísima mierda misma”, como dice un argentino que resume películas en You Tube, pero miremos bien mientras las rachas nos zarandean de aquí para allá y de allá para aquí a los lados, quitándonos el fango de los ojos para ver las dianas amarradas de la esperanza que nos pueden sujetar y ser éstas ángeles salvadores.

   De otra forma más, resumiendo, para entender la idea de una vez y por todas: aunque seamos carne lista para entregar a los sepulcros como producto putrefacto en mercado de orcos, crearnos una armadura de espectador curiosísimo que se pregunta todo el tiempo qué hay después en filme “live action” que somos, es clave esencial para “entender tal cuestión” y procurarnos con lo que nos queda de las ganas después de desechos los huracanes, unos cuantos años más de metraje para ver qué nos sucede.

   Las demás reglas para no rendirnos antes de tiempo, es mera  decisión de cada cual…     

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