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Daniel Faxas junto a su hijo y la escultura |
Les cuento:
Es un jornada cualquiera buscando informaciones para mis trabajos periodísticos, producidos bajo meses de estricto adiestramiento por mí para la Revista Informativa Presencia, espacio portada de las emisiones diarias de Radio Coral emisora municipal guamense, territorio montañoso desde donde se edita igualmente este Cubo Oriental. No sé ni como ni cuando pero estoy cerca de unos de mis itinerarios para ese día, alguien me grita por unas de las persianas que me llegue a su oficina y allí me dan la buena nueva de que hay un grupo de remodeladores contramaestrenses haciendo trabajos para desparecer los efectos de la pasada tormenta tropical Laura en el Parque Central José Martí de la cabecera municipal.
¿Dónde puedo hallarlos?, pregunto luego de saber que hay gente de mi tierra natal.
Son varios las acciones en las que andan, pero me interesa que indagues en una particularmente, me dicen, ésta se realiza en la Casa de Visitas. Si vas a ir para no dejar pasar el suceso por alto sólo te pedimos que nos brindes algunas de las fotografías que hagas.
No hay problemas con eso, digo a forma de despedida y me lanzo a la carretera donde gasto las suelas de los zapatos camina que te camina diariamente.
Minutos luego, después de atravesar calles, doblar por aquí y por allá tengo frente a mí el lugar. En medio de su patio bajo de unas matas de mangos diviso la escultura de la que me hablasen en proceso de construcción. Me detengo a observarla varios segundos para seguir enseguida hacia la sala de recepción de la otrora Casa de Visitas del Gobierno que aunque en realidad ya no es tal cosa pero aún le perdura el nombre.
Buenos Días, digo secándome el sudor de la cara a la primera señal de trabajadores del lugar.
Buenos Días, ¿qué desea?, me pregunta una mujer delgada.
Por favor con el escultor que está a cargo de la obra que he visto afuera.
Ah ¿Daniel?, está por allá, me señalan.
Salgo al traspatio y lo lejos veo a dos individuos sentados con algunos alambres en la mano, uno de quizás cuarenta y tantos años, el otro un joven de unos veinte. Me les acerco.
¿Quién de ustedes es el encargado de la escultura que se está realizando en la entrada?, pregunto.
Soy yo, me responde el de los cuarenta y tantos.
Soy uno de los reporteros de prensa de la emisora local y me han enviado para cubra el trabajo que usted está haciendo, digo estrechándole la mano.
Mucho gusto, Daniel Faxas, responde él, pero tan distraído estoy que no lo conecto para nada con mi pasado, ni mucho menos que alguna vez lo saludé dándole la mano.
Me comentaron que ustedes son de Contramaestre.
Sí somos de Baire.
Mira lo pequeño que es el mundo, mi familia es de Vista Alegre. Yo nací allá pero he hecho vida aquí.
¿De veras? Coño compadre, qué gusto.
Ustedes conocen allá a los escritores Eduard Encina y a uno que le dicen El Puro.
Claro, sí nos llevamos con ellos. Son socios nuestros. Eduard era mi amigo, un tipo encojona´o.
Siempre estuve con ellos en los veranos de mi adolescencia. En el Bonaparte.
Sí lo conocemos. Todavía no creo que Eduard ya no esté.
Con esta información de repente empiezo a unir los cabos sueltos en mi memoria. Aun no tengo la certeza certera pero sí, conozco a Daniel Faxas desde hace años. Allí seguimos dialogando sobre la suerte de conocer Baire a su gente, de la vida cultural que se respira en aquellos pueblitos ubicados a lado de la carretera central, de la añoranza que sienten ellos de no estar por al menos ya cuarenta días fuera de casa y de la mía que tiene más de año y medio.
Volvemos a caer en conversación sobre Eduard y el de menos se le que le echa.
Silencio total por más de diez segundos que rompo cambiando de tema, para no dejarle cabida a la melancolía que me causa recordar a mi amigo. Le hablo entonces de la idea del reportaje que quiero hacer sobre la escultura y nos ponemos de acuerdo en un santiamén. Juntos atravesamos la antigua Casa de Visitas hasta sentarnos unos cinco o seis metros cercanos de la impresionante figura. Allí saco mi SAMSUNG corporativo al mismo tiempo que Daniel me confiesa que las grabadoras le ponen un poco nervioso. Alude inevitablemente entonces a aquellas veces en la que Encina quiso filmarlo hablando de su obra con una camarita que tenía y el desastre que resultara la aventura.
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La escultura |
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El editor junto a los escultores y su obra |
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