martes, 25 de julio de 2017

Los sesenta del Uvero: Crónica de mi viaje a la impoertante celebración, aquel 28 de mayo de 2017


   Primero fue la caminata entre Bayamita y el Campamento de Pioneros Exploradores Pedro Ortiz Cabrera, después, la noche entera despiertos. Podríamos haber dormido un poco pero no: algún duende travieso nos hizo permanecer con los párpados activados mientras el tiempo pasaba.  Así estuvimos hasta las tres y media de la mañana cuando teníamos que seguir caminando hasta alcanzar la localidad del Uvero. Día: 28 de mayo de 2017 en la madrugada.
   
    Éramos un grupo de diferentes sectores, pero todos con un denominador común. Todos jóvenes e íbamos a rendirle tributo a Fidel en el aniversario 60 del famoso combate. Salimos del poblado cabecera a eso de las seis de la tarde. En el puente de Bayamita aprovechamos la crecida del río, resultado de los aguaceros de abril y, sin importarnos los mosquitos que insoportables se mostraban, nos zambullimos un buen rato en sus aguas. Hacía calor, pero el agua congelaba los huesos. Llegamos al campamento pasadas las nueve entre risas y alboroto. De ahí las conversaciones que duraron todo lo que nos quedaba de la noche y parte de la madrugada que recién empezaría.
   A las tres nos alistamos. A las cuatro la mezcla de estudiantes, profesores, trabajadores del deporte, directivos de la Unión de Jóvenes Comunista (UJC), reanudamos la caminata. Objetivo: estar presentes en el asalto simbólico a las cinco de la mañana. Ya era 28 de mayo. Sesenta años atrás desde donde hoy podemos ver ondear dos banderas, el líder rebelde hizo su primer disparo. Los aproximadamente tres kilómetros que nos restaban, no se hicieron sentir bajo nuestros pies. Me sorprendió que ya a esas horas de la madrugada los alrededores en donde en antaño se encontraba el cuartel estuviera tomado por los pioneros. Con nosotros iba un personaje de la radio local Radio Coral, Eliecer Joubert Roblejo. Eliecer había caminado a lo largo de cuarenta y seis millas que separan el enclave de Santiago de Cuba. A las cinco el primer disparo de salva, además de hacer huir un perro que deambulaba a esas horas en el momento equivocado, me hizo saltar el corazón. Imaginé el susto que se llevarían los soldados de la tiranía aquel 28 de mayo de 1957, que soñolientos no esperaban aquellas tres horas de combate.
   
    Durante los minutos previos se dejaron escuchar canciones de Silvio y de Pablo. Luego de los disparos se escucharon en la voz de una pionera los nombres de los caídos por las tropas rebeldes. Después, un poema que los recordaba…
Terminado el asalto, vendría el acto a las ocho de la mañana. Se esperaba la llegada de Guillermo García Frías y Ramiro Valdés Menéndez. Mientras, algunos ya vencidos por el sueño nos tumbamos un rato, luego de desayunar, sobre los bancos del parque. Empezaba a amanecer sobre las lomas que rodean Uvero. Me dieron, a pesar del cansancio, deseos de subir las escalinatas. Dios mediante pido tener vida para en el próximo año hacerlo.
     
Pizarra humana, uno de los atractivos en los 60 del Uvero
   El helicóptero se hizo escuchar sobrevolando sobre nosotros. No recuerdo la hora exacta. Todos vimos cómo se posó sobre el campo de beisbol levantando el polvo majestuosamente. Muchos al no estar habituados todos los días de ver el espectáculo miraban curiosos. En algunos minutos más, la entrada de ambos, protagonistas de los acontecimientos de hace seis décadas.

    El acto no se hizo esperar. No es lo mismo ver las cosas por televisión a verlas en vivo y en directo. Por la TV solamente hacen una sinopsis. Estar presente y no perderse ninguno de los detalles es mucho mejor. A la entrada de los dos héroes, el pueblo en les dio un aplauso que aún dura en mi memoria. Después, la gala arrancó sin más preámbulos. El cielo de Uvero nunca había estado tan azul. El sueño me (nos) seguía rondando pero muchos estuvimos de pie mientras los muchachos vestidos de verde olivo portando el brazalete del 26 volvían a representar a los caídos presentes más que nunca, mientras que el coro madrigalista dedicados para la ocasión nos deleitaba con sus múltiples voces y endulzaba el ambiente, mientras el número interpretado por el septeto Guamá me decía que el son no es solamente de Santiago, sino también propiedad de nuestras lomas, mientras la poesía me hizo recordar que la vida es más placentera si ella está presente. La pizarra humana representaba la enseña nacional y el aniversario 60 de los acontecimientos me decía con sus colores que vale luchar como se pueda por la Patria... Teníamos sueño, sí. Pero las ganas de ser parte de la historia sesenta años luego, nos mantuvo despiertos.

    El regreso fue de la misma forma en la que llegamos a Bayamita. Parecíamos, bueno, éramos los cansados, los que prepararíamos una buena cita con la cama. No sé los demás, pero la experiencia valió la pena. Es curioso que a veces se diga que hay lugares que, por estar apartados de toda civilización, no son tan interesantes. En ocasiones me pregunto, ¿por qué solamente lugares como el Uvero (y otros tantos) solo son tratados cuando llega solamente el 28 de mayo y mientras pasan los otros seiscientos sesenta y cuatro días nadie los recuerda?. Pero eso será punto para otro tema…

1 comentario:

Maikel Pons Giralt dijo...

Te felicito hermano por iniciar con tu blog,escribes muy bien y espero poder seguirte adonde vayas con tu literatura. Soy camagueyano pero desde los 17 años me vinculé con Contramaestre, mi primer amor, esposa y madre de mi primera hija es de allá y mi hija de 12 años vive en Maffo. Amo a Contramaestre, a Santiago y a su gente y ese amor me convierte en un fiel seguidor de todo lo que me pueda nutrir de su cultura e historia. Hazme llegar una invitación en face, soy amigo de Arnoldo en face, para poderte seguir. Ahora estoy en Brasil en mi doctorado, me cuando regrese y vaya a ver a mi niña espero poder conocerlos a ustedes y compartir personalmente tanto amor por Cuba, por Santiago, por Contraamaestre...fuerza hermano Olber y adelante con el blog

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