jueves, 5 de octubre de 2017

Fidel entre Nosotros: Memorias de quienes lo recuerdan.



Fidel

    Las huellas del gigante siguen latentes en la Sierra Maestra y la gente que vive aquí todavía nos tienen cosas que decir. Son personas que cuentan en su pasado esa maravillosa oportunidad de haberlo visto aunque directamente no hayan cruzado palabra alguna con él. Fidel es figura de leyenda para muchos que sólo pudieron conocerlo a través de fotos, trabajos audiovisuales o periodísticos, pero a  mis dos invitados la vida les jugó diferente. Esa es la razón por la que el destino me hizo conocerlos y poner primero en un archivo de audio los datos necesarios para levantar en modo de homenaje esta crónica; luego puse manos a la obra sentado en una computadora del Centro Mixto Israel Pardo Guerra en este municipio  montañoso de Guamá, Santiago de Cuba, donde trabajo actualmente. 

Fidel sigue entre nosotros. Nosotros somos Fidel. ¿Alguien lo duda?

I
En el barrio de Las Calabazas en Chivirico donde vive  lo  conocen como Sinsonte pero su verdadero nombre es  Luis Cisneros Pérez. Ya no es un jovencito como en antaño más todavía mantiene fresca en la memoria las veces en la que la figura de Fidel Castro formó parte en su historia personal.   Lo vio por primera vez en los años 60 cuando era un adolescente. Aquello fue en Tarará donde estuvo becado y coincidentemente estaba un hijo del líder de la Revolución en el mismo bloque. La impresión que recuerda es inmensa:
   ´´ –¿Quién no desea ver con sus propios ojos a un titán como lo fue Fidel? –´´me dijo.

Con el tiempo se adaptó a verlo más seguido, pero uf!..., aquella primera vez no se le borrará, solo únicamente muriéndose.
   ´´ –Él saludaba muy atento, como si nos conociera de toda la vida –me cuenta–.  La segunda vez fue pasando el ejército en el 66 en la misma capital. Mi unidad era la de la compañía de comunicaciones. Ahí mismo nos seleccionaron para participar en la construcción de uno de los embalses que proveen agua a la ciudad y seguí viéndolo porque él daba siempre sus vueltas para ver cómo andaba la obra. Cuando tienes la oportunidad de tener cerca a una figura de tal magnitud es imposible dejar de admirarlo. Siempre que se presentaba al lugar todos los guardias corrían a su encuentro. Nadie quería perderse el momento. Fidel se interesaba por nuestras condiciones, lo mismo que por los civiles que por nosotros lo militarles Que si comieron bien, que si durmieron bien.  Nunca dejaba de preguntar. Después lo vi varias veces en La Habana, en el antiguo Chaplin, actual Carl Marx y esas no fueron las únicas veces. Aquí en Santiago, en la plaza por ejemplo, son incontables. La última fue antes de enfermarse, que, ahora que recuerdo, tuvimos que salir bajo la lluvia. En mi vida ha sido importante y un grandioso mérito haberlo conocido.´´
          
No importa si  le estreché la mano o no, ni que nunca haya hablado directamente con él. Sentí su presencia y lo tengo a la altura de un Padre de la Patria. Gracias a su empeño la mayoría de los cubanos que éramos un pueblo pobre nos hemos convertido en un pueblo libre. Fidel tenía confianza en la juventud y por ella también hizo. En otros lados del mundo nadie se mata por ver a los hombres que los gobiernan. Por Fidel sí, la gente se desvivía por tener la ocasión de verlo. Cuando me enteré de su muerte fue duro, impactante. No podía creer que alguien tan entrañable nos dejara.

II
Benjamín Hernández Rivera también es oriundo de Guamá. Vive actualmente en Holguín pero todavía se considera cien por ciento guamense.  

´´-Estés donde estés no puedes olvidarte de tus orígenes ´´-me dijo a primeras instancias. Fue excepcional haber coincidido con él en su última visita a Guamá.   Tuvo la oportunidad de ver a Fidel en el año 1963 en los Mangos de Baraguá. Por aquel entonces pasaba la etapa del ejército en aquel renombrado lugar en nuestra historia.
     
´´ –Él no andaba como andan los que se creen superiores ´´–me dijo –,´´andaban como doce o treces jeeps pero el de él era sencillo. Fue ahí donde lo conocí. Los demás muchachos empezaron a gritar: Mira, Fidel, ese es Fidel, el que va en el jeep aquel. Dejé lo que estaba haciendo y me puse a observar y le vi la barba. Yo tenía dieciocho o diecinueve años. La impresión fue grande. Nunca lo había visto de cerca y pasarme por al lado como aquel que dice y verlo fue tremendo. El visitaba por aquellos tiempos las unidades de improviso. Yo me entrenaba en lo militar cuando aquello. A él le gustaba sorprender. ¿Tal día a tal lado? No. El caía de improviso.´´
    
 ´´La segunda vez que lo vi fue estando en Angola, de guardia también, cuando hizo un recorrido por el África y terminó en ese país. Eran los días en que se lograba en esa parte la independencia. Recuerdo que nos pusieron en fila para recibirlo. Se mostraba jovial y nos dio la mano uno a uno. La vida demuestra que nadie es eterno. Estuve atento en los días en la que conocimos su deceso y seguí con gran pesar la despedida del duelo, las palabras de Raúl en Santiago. Fidel no se ha ido. Eso cada cubano tiene que tenerlo en cuenta. Decir ...yo soy Fidel…  es más que una consigna de los nuevos tiempos, es un compromiso que tenemos once millones para seguir un legado.´´

5 de octubre de 2017








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