Fue una tarde
calurosa de julio cuando me cedió la entrevista. Por la carretera central, en
el tramo que pasa frente a la librería de Contramaestre, la gente iba y venía.
Yo las observaba mientras le hacía estas preguntas. Quizás tuvo razón en una
vez terminada la invasión, de decir que estas no eran las de un profesional,
que me faltaba mucho o todavía me falta. Al otro día fui a ver a Eduard,
empezaba a sentir los efectos de su última enfermedad. Le comenté de aquel
material que tenía en la micro de mi grabadora Alcatel. Me dijo que no confiara
en lo digital, que empleara algún momento y que escribiera a lápiz lo que
tuviera. Efectivamente la razón no le faltaba. Después de hacerle caso a la
micro le dio un corto y se me fundió. A su memoria dedico este material pues:
A Eduard Encina
donde quiera que esté,
que sin su consejo esta entrevista no existiría.
1 ¿Puede considerarse la literatura como un reto
eterno para el escritor?
El editor de este blog junto a Jorge L. Legrá |
2 Hay quienes consideran al arte de escribir como
una pérdida de tiempo, ¿Cuánto de verdad puede tener esta afirmación?
En planos
económicos, que es por donde supongo que aquellos que acusan a la literatura
como un pérdida de tiempo y que es quizás por donde lo perciban, sea un tanto
cierto porque los que escriben, el que se dedica como obsesión a la literatura
no percibe que las entradas económicas es prácticamente ninguna. Los escritores,
tú lo puedes ver, son gentes que deben trabajar en otros oficios. Algunos
venden frituras, otros se dedican a la artesanía, otros en la universidad, en
el magisterio. Viven de diferentes labores para poder mantenerse y esto
sabemos, para nada satisface las necesidades, solo suplen las más urgentes. Sin
embargo en la literatura encontramos desahogo espiritual pero no en el desahogo
espiritual que realizamos está nuestro oficio por llamarle así, oficio, sino
por el acto de responsabilidad, la exigencia y necesidad de expresar algo que
se le está revelando y que tiene que poner ante los ojos de todos, para que
todos sepan, por eso llevar esta revelación, este descubrimiento. Ellos no
perciben nada, ni quizás el reconocimiento de los lectores actuales, quizás
estamos escribiendo para una generación que no existe ahora mismo, quizás en el
momento no seamos comprendidos y nuestros textos sean rechazados por las normas
literarias de la época como le ha sucedido a otros escritores, pero si trabajo
en serio, responsable y me desprendo de toda ambición económica entonces el
trabajo va a proyectar cimiento para la historia. O quizás se trate de un
escritor que está destinado a poner una piedrecita dentro del marco de los
acontecimientos que deben sucederse y que van a armar algo grande. En este
sentido no es una pérdida de tiempo el escritor que está participando en la
construcción de un gran edificio que echa a andar por sí misma la humanidad
completa.
3 ¿Consideras que tu literatura ha madurado con el
paso de los años?
Como escritor
recuerdo cuando escribí mis primeras cosas. Estaba en el segundo o en el tercer
grado. Se convocaba un concurso sobre Martí y era la primera vez que me
atrevía. Redacté un poema pero ni siquiera sabía si era un poema o una prosa.
El papel lo eché en el buzón. Todos los concursantes debíamos echarlo allí. Por
supuesto no recibí nada. Estaba trabajando totalmente solo. De aquellos
escritos, que debieron ser en el setenta y nueve o en el ochenta, a un poco más
acá, en los años noventa, cuando entre a estudiar en la universidad y comencé a
escribir algunas cosas, cuando me reuní con un grupo de escritores
sobresalientes del pedagógico e hicimos un boletín con mis primeros poemas a acá
en el Contramaestre donde llegué a consolidarme y a tomarme en serio el oficio
de escribir, donde escribí ORACIÓN DEL QUE TRAICIONA, donde posteriormente salieron
mis otros libros en los que se percibe una diferencia de poética total, a este
último que va a salir ahora que se titula UN CADAVER IDEAL, se puede ver
claramente una evolución. Ha cambiado mi escritura porque ha cambiado mi forma
de pensar, mi forma de problematizar la poesía. En estos tiempos he tratado
incluso de darle una finalidad, un sentido dentro de, y lo vuelvo a repetir, de
trabajar dentro de la responsabilidad, dentro de los marcos históricos, dentro
de los procederes sociales porque creo que la poesía se ha centrado tanto como
en el lenguaje, en el artificio de la belleza, que ha olvidado que la belleza
debe impactar, debe participar en el proceder de la historia. Como mismo va
cambiando mi forma de pensar, la poética va cambiando.
Jorge L. Legrá en el patio de la vivienda donde habita |
Una de las cosas
que tiene el escritor ya consolidado dentro de su posición es la obligación de
dejar discípulos de algún modo. Allá en la antigua Grecia siempre los sabios
tenían una camada que iban detrás recogiendo el secreto de la sabiduría. Pero
eso no solo pertenece a los filósofos, a los grandes de la filosofía antigua. Ni
a las docencias que se ponen en práctica actualmente. También los escritores,
los practicantes de religión, en todos los movimientos hay personalidades descoyuntes
que tratan de formar a los que vienen detrás. Y esa tarea viene congénita casi
innata dentro de los que practican la poesía, la literatura. La literatura es
también una práctica espiritual. La poesía, una forma de expresión de la espiritualidad
que quien entra dentro una de las cosas que comienza a sentir es la necesidad
de sentirse capacitado para dejar huellas y la forma de depositar ese conocimiento,
esa experiencia que vas dejando dentro del oficio de escribir es preparar bien
a los discípulos. A medida que vas creciendo vas sintiendo esa necesidad de
sembrar en los jóvenes que vienen detrás. Ahora mismo estamos pensando en armar
un taller que se llamaría EL TABERNÁCULO. Un encuentro de escritores jóvenes
donde vamos a exponerles los escritores de más experiencias nuestra perspectivas
de lo que debe ser el acto de escritura, de lo que debe ser el acto de lectura
porque muchas veces los primeros entran a esta arena con muchas lagunas sin
ninguna orientación y nosotros los que nos la tuvimos quisiéramos que ellos
ganen tiempo. Y para ello nosotros sentimos entonces la exigencia social de
entregarles esta especie de tesoro acumulado.
5 ¿Cómo ves la literatura en la isla desde el punto
de vista de aquellos que hacemos nuestro aporte desde el interior del país?
¿Esta en buenos tiempos la literatura cubana?
La literatura no
existe o no tiene ganancias en regiones específicas. Eso de hacerle un límite
territorial para poder hacer buena literatura es una frontera que muchos han
alimentado. No hay que vivir en La Habana para hacerla buena como tampoco hay
que vivir en provincia o en un pueblo desconocido para el mismo fin. La
historia universal ha demostrado que muchos de los grandes transformadores de
los movimientos literarios han nacido en lugares que subsisten las márgenes de los circuitos o capitales. La
literatura en la isla tiene sus puntos firmes si tú la comparas con la que se
hace en Latinoamérica ahora y en la que se está haciendo en Cuba uno percibe
que no es vanidad decir que estamos asentados en una mina de oro donde se
logran fuerzas extremas a las que América Latina ha cosechado. Aún en Colombia,
un país que está en guerra, de donde debería nacer la mejor poética (porque se
dice que en lugares de crisis es en donde mejores expresiones artísticas nacen),
de esa nación me he leído algunos textos y he llegado a la conclusión de que a
aquella poesía le falta mucha ganancia. Yo creo que esto se debe a que hay muy
poca reflexión, muy poco estudio del pasado, de la tradición o si se estudia se
hace para repetir lo que en el pasado se ha logrado. En Cuba tenemos como un
desprendimiento de poética que en algunas ocasiones sin repeticiones de
formulas tiene todavía el matiz criollo, el matiz insular, esa ganancia que ha
colocado a nuestros poetas en buenos lugares. El hecho de vivir en el interior
siempre he manifestado que da ventajas, la ventaja de no participar en aquellos
circuitos culturales que logra arrebatar la mentalidad, la creatividad de los
jóvenes creadores de provincia. Los movimientos culturales que habitan en
provincias son tan seductores y los jóvenes del interior al no participar en
estos tienen que adaptarse a los márgenes de sus municipios en donde tienen ideas
muy originales, en donde estudian los movimientos de provincia desde una
postura muy alejada que los hace adoptar conceptos bastante críticos y eso los
revoluciona y hace que su poética sea diferente. La poética que se pone de
práctica en provincia y en las márgenes municipales te prueban que hay
disponibilidad de estética, perspectivas. Por lo tanto, no estoy haciendo
ventajoso de que vivir en los municipios, ni la calidad de los texto. Estoy
diciendo que nos pone en ventaja la distancia que al mismo tiempo nos permite
más a ser insurgentes, ser críticos desde la diversidad. La literatura cubana
está en un impulso inmemorable pero todavía no está en sus mejores tiempos. Se
está abriendo camino hacia algo que nadie sabe lo que es pero va a ser algo
grande, algo de la expresión de la literatura de América Latina. Cuando un
escritor cubano sale, por ejemplo, ahora mismo Eduard salió a Colombia. Él
mismo decía que la marca de ser cubano, ya daba confianza. Todo el público que
participaba en el Festival de Poesía ya veía en eso la marca de calidad, de la
expresión poética del escritor cubano. Estamos en un buen momento pero no creo
que sea en el maduro. Estamos en el momento mixto en el acontecer literario en
Cuba.
6 Volviendo a tu obra: La poesía que haces, ¿Cuánto
crees haber moldado en ti con ella?
Voy a responderte
comenzando otra vez con algunos pormenores de mi infancia. Yo era un
adolescente, muy silencioso –todavía lo soy- pero ya muy lector, era muy
retraído, tímido. Mis amigos, la mayoría, eran libros y revistas. Cuando entro
al mundo universitario continué con esta personalidad, esta caracterización que
fue automatizándose en mí, es decir, seguí siendo tímido, retraído, poco
locuaz y muy enmarcado en mis libros. En
la universidad lo que se añadió fue el alcohol. Tomaba mucho. Ya tenía un amigo
más. La literatura, ¿en qué me hizo cambiar? Al encontrar gente que leía libros
y que gustaban de la poesía tuve la oportunidad de salir de mi encierro verbal,
de comenzar a compartir ideas, ver que el mundo existía afuera y de que había
gente. La literatura me hizo más humano, me hizo mejor padre, mejor hijo, me
hizo de amigos, de entender la realidad de una perspectiva que no la da la
ciencia. Me hizo encontrar a Dios. Me ha dado todas las ganancias posibles
aunque no me haya dado dinero. Aunque cada día pienso en que llevar a la mesa,
entro a mi casa y entro con la poesía. Eso me da la ventaja de percibir las
desgracias, las dolencias, los escollos. Por eso, si tuviera que renacer de
nuevo trataría de volverme poeta más temprano, de consolidarme con aquel poema
que escribió aquel niño y trataría de buscar quien me apoyase para descubrir
esos secretos que me han construido, que me han hecho mejor persona.
A modo
de conclusiones, Escribir: ¿Enfermedad sin cura o algo que podemos llamarle don?
Existe en el asunto
de los dones, y se percibe desde el punto bíblico, una doble marca. El don
tiene también una carga de enfermedad. ¿Por qué? Porque es un comportamiento no
natural que se sale del marco. Cuando uno está poseído por un don es percibido
como un ser extraño, terco arraigado, alguien a quien no se le hace caso en
ocasiones. La literatura es enfermedad y es don. Enfermedad porque uno la carga
como una maldición, porque nos da el placer y la vez dolor, desgaste. En cuanto
a don porque es una finalidad con la sociedad, una finalidad con la edificación
de las personas, de mejoramiento humano. Entonces esa dualidad que comparte y
otro lo que más valor le da en cuanto fenómeno espiritual. Nada grande
espiritual es solamente don, tiene que ser necesariamente una carga que podamos
definir como enfermedad.
Contramaestre, 26 de julio de 2017.
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