martes, 7 de noviembre de 2017

Jorge L. Legrá: La literatura es también una práctica espiritual.

Fue una tarde calurosa de julio cuando me cedió la entrevista. Por la carretera central, en el tramo que pasa frente a la librería de Contramaestre, la gente iba y venía. Yo las observaba mientras le hacía estas preguntas. Quizás tuvo razón en una vez terminada la invasión, de decir que estas no eran las de un profesional, que me faltaba mucho o todavía me falta. Al otro día fui a ver a Eduard, empezaba a sentir los efectos de su última enfermedad. Le comenté de aquel material que tenía en la micro de mi grabadora Alcatel. Me dijo que no confiara en lo digital, que empleara algún momento y que escribiera a lápiz lo que tuviera. Efectivamente la razón no le faltaba. Después de hacerle caso a la micro le dio un corto y se me fundió. A su memoria dedico este material pues:



A Eduard Encina donde quiera que esté,

que sin su consejo  esta entrevista no existiría.



1 ¿Puede considerarse la literatura como un reto eterno para el escritor?



El editor de este blog junto a Jorge L. Legrá
Escribir siempre es un reto. El primer reto es estar frente a la página en blanco. Ese es el viejo trauma de todo escritor. Siempre se ha manifestado que hay que adaptarse frente al papel, entre esa superficie limpia y plana. Tratar de escribir y expresar algo. El mayor peligro está en expresarse porque uno tiene muchas expresiones, variadas experiencias, cosas que suceden en tu vida que quieres contar, que quieres expresar como una revelación. Pero a veces existen conflictos en la forma que vas a expresarte porque la escritura en sí se trata de eso, de buscar una forma de expresión de forma efectiva que sea capaz de seducir al lector, hacia dónde el escritor quiere que vaya. En ese sentido el resto de la literatura para con el escritor es un reto. Primero porque no se hace literatura para entrar en un circulo de elegidos, de posicionados en el marco cultural, para vivir de poses en que se es escritor, de que se pertenece a determinada cultura, sino que se escribe como un ejercicio de sacerdocio, un ejercicio de responsabilidad en el que se debe iluminar al lector, que se acerquen a tu texto. Se escribe porque se tiene algo que decir. Es un reto porque como dijo Martí: un grano de poesía puede sazonar al mundo, es decir, yo confío en la capacidad de impacto de transformación de la relación del lector con el texto que uno escribe puede ejercer. Siempre la literatura va a ser un reto eterno.



2 Hay quienes consideran al arte de escribir como una pérdida de tiempo, ¿Cuánto de verdad puede tener esta afirmación?



En planos económicos, que es por donde supongo que aquellos que acusan a la literatura como un pérdida de tiempo y que es quizás por donde lo perciban, sea un tanto cierto porque los que escriben, el que se dedica como obsesión a la literatura no percibe que las entradas económicas es prácticamente ninguna. Los escritores, tú lo puedes ver, son gentes que deben trabajar en otros oficios. Algunos venden frituras, otros se dedican a la artesanía, otros en la universidad, en el magisterio. Viven de diferentes labores para poder mantenerse y esto sabemos, para nada satisface las necesidades, solo suplen las más urgentes. Sin embargo en la literatura encontramos desahogo espiritual pero no en el desahogo espiritual que realizamos está nuestro oficio por llamarle así, oficio, sino por el acto de responsabilidad, la exigencia y necesidad de expresar algo que se le está revelando y que tiene que poner ante los ojos de todos, para que todos sepan, por eso llevar esta revelación, este descubrimiento. Ellos no perciben nada, ni quizás el reconocimiento de los lectores actuales, quizás estamos escribiendo para una generación que no existe ahora mismo, quizás en el momento no seamos comprendidos y nuestros textos sean rechazados por las normas literarias de la época como le ha sucedido a otros escritores, pero si trabajo en serio, responsable y me desprendo de toda ambición económica entonces el trabajo va a proyectar cimiento para la historia. O quizás se trate de un escritor que está destinado a poner una piedrecita dentro del marco de los acontecimientos que deben sucederse y que van a armar algo grande. En este sentido no es una pérdida de tiempo el escritor que está participando en la construcción de un gran edificio que echa a andar por sí misma la humanidad completa.



3 ¿Consideras que tu literatura ha madurado con el paso de los años?



Como escritor recuerdo cuando escribí mis primeras cosas. Estaba en el segundo o en el tercer grado. Se convocaba un concurso sobre Martí y era la primera vez que me atrevía. Redacté un poema pero ni siquiera sabía si era un poema o una prosa. El papel lo eché en el buzón. Todos los concursantes debíamos echarlo allí. Por supuesto no recibí nada. Estaba trabajando totalmente solo. De aquellos escritos, que debieron ser en el setenta y nueve o en el ochenta, a un poco más acá, en los años noventa, cuando entre a estudiar en la universidad y comencé a escribir algunas cosas, cuando me reuní con un grupo de escritores sobresalientes del pedagógico e hicimos un boletín con mis primeros poemas a acá en el Contramaestre donde llegué a consolidarme y a tomarme en serio el oficio de escribir, donde escribí ORACIÓN DEL QUE TRAICIONA, donde posteriormente salieron mis otros libros en los que se percibe una diferencia de poética total, a este último que va a salir ahora que se titula UN CADAVER IDEAL, se puede ver claramente una evolución. Ha cambiado mi escritura porque ha cambiado mi forma de pensar, mi forma de problematizar la poesía. En estos tiempos he tratado incluso de darle una finalidad, un sentido dentro de, y lo vuelvo a repetir, de trabajar dentro de la responsabilidad, dentro de los marcos históricos, dentro de los procederes sociales porque creo que la poesía se ha centrado tanto como en el lenguaje, en el artificio de la belleza, que ha olvidado que la belleza debe impactar, debe participar en el proceder de la historia. Como mismo va cambiando mi forma de pensar, la poética va cambiando. 



Jorge L. Legrá en el patio de la vivienda donde habita
4 Ayudas con tu experiencia a los más jóvenes, aquellos que han elegido este sendero que es la palabra escrita, ¿Cuál es la razón por la que has elegido tú hacerles de guía?



Una de las cosas que tiene el escritor ya consolidado dentro de su posición es la obligación de dejar discípulos de algún modo. Allá en la antigua Grecia siempre los sabios tenían una camada que iban detrás recogiendo el secreto de la sabiduría. Pero eso no solo pertenece a los filósofos, a los grandes de la filosofía antigua. Ni a las docencias que se ponen en práctica actualmente. También los escritores, los practicantes de religión, en todos los movimientos hay personalidades descoyuntes que tratan de formar a los que vienen detrás. Y esa tarea viene congénita casi innata dentro de los que practican la poesía, la literatura. La literatura es también una práctica espiritual. La poesía, una forma de expresión de la espiritualidad que quien entra dentro una de las cosas que comienza a sentir es la necesidad de sentirse capacitado para dejar huellas y la forma de depositar ese conocimiento, esa experiencia que vas dejando dentro del oficio de escribir es preparar bien a los discípulos. A medida que vas creciendo vas sintiendo esa necesidad de sembrar en los jóvenes que vienen detrás. Ahora mismo estamos pensando en armar un taller que se llamaría EL TABERNÁCULO. Un encuentro de escritores jóvenes donde vamos a exponerles los escritores de más experiencias nuestra perspectivas de lo que debe ser el acto de escritura, de lo que debe ser el acto de lectura porque muchas veces los primeros entran a esta arena con muchas lagunas sin ninguna orientación y nosotros los que nos la tuvimos quisiéramos que ellos ganen tiempo. Y para ello nosotros sentimos entonces la exigencia social de entregarles esta especie de tesoro acumulado.



5 ¿Cómo ves la literatura en la isla desde el punto de vista de aquellos que hacemos nuestro aporte desde el interior del país? ¿Esta en buenos tiempos la literatura cubana?



La literatura no existe o no tiene ganancias en regiones específicas. Eso de hacerle un límite territorial para poder hacer buena literatura es una frontera que muchos han alimentado. No hay que vivir en La Habana para hacerla buena como tampoco hay que vivir en provincia o en un pueblo desconocido para el mismo fin. La historia universal ha demostrado que muchos de los grandes transformadores de los movimientos literarios han nacido en lugares que subsisten  las márgenes de los circuitos o capitales. La literatura en la isla tiene sus puntos firmes si tú la comparas con la que se hace en Latinoamérica ahora y en la que se está haciendo en Cuba uno percibe que no es vanidad decir que estamos asentados en una mina de oro donde se logran fuerzas extremas a las que América Latina ha cosechado. Aún en Colombia, un país que está en guerra, de donde debería nacer la mejor poética (porque se dice que en lugares de crisis es en donde mejores expresiones artísticas nacen), de esa nación me he leído algunos textos y he llegado a la conclusión de que a aquella poesía le falta mucha ganancia. Yo creo que esto se debe a que hay muy poca reflexión, muy poco estudio del pasado, de la tradición o si se estudia se hace para repetir lo que en el pasado se ha logrado. En Cuba tenemos como un desprendimiento de poética que en algunas ocasiones sin repeticiones de formulas tiene todavía el matiz criollo, el matiz insular, esa ganancia que ha colocado a nuestros poetas en buenos lugares. El hecho de vivir en el interior siempre he manifestado que da ventajas, la ventaja de no participar en aquellos circuitos culturales que logra arrebatar la mentalidad, la creatividad de los jóvenes creadores de provincia. Los movimientos culturales que habitan en provincias son tan seductores y los jóvenes del interior al no participar en estos tienen que adaptarse a los márgenes de sus municipios en donde tienen ideas muy originales, en donde estudian los movimientos de provincia desde una postura muy alejada que los hace adoptar conceptos bastante críticos y eso los revoluciona y hace que su poética sea diferente. La poética que se pone de práctica en provincia y en las márgenes municipales te prueban que hay disponibilidad de estética, perspectivas. Por lo tanto, no estoy haciendo ventajoso de que vivir en los municipios, ni la calidad de los texto. Estoy diciendo que nos pone en ventaja la distancia que al mismo tiempo nos permite más a ser insurgentes, ser críticos desde la diversidad. La literatura cubana está en un impulso inmemorable pero todavía no está en sus mejores tiempos. Se está abriendo camino hacia algo que nadie sabe lo que es pero va a ser algo grande, algo de la expresión de la literatura de América Latina. Cuando un escritor cubano sale, por ejemplo, ahora mismo Eduard salió a Colombia. Él mismo decía que la marca de ser cubano, ya daba confianza. Todo el público que participaba en el Festival de Poesía ya veía en eso la marca de calidad, de la expresión poética del escritor cubano. Estamos en un buen momento pero no creo que sea en el maduro. Estamos en el momento mixto en el acontecer literario en Cuba.  



6 Volviendo a tu obra: La poesía que haces, ¿Cuánto crees haber moldado en ti con ella?



Voy a responderte comenzando otra vez con algunos pormenores de mi infancia. Yo era un adolescente, muy silencioso –todavía lo soy- pero ya muy lector, era muy retraído, tímido. Mis amigos, la mayoría, eran libros y revistas. Cuando entro al mundo universitario continué con esta personalidad, esta caracterización que fue automatizándose en mí, es decir, seguí siendo tímido, retraído, poco locuaz  y muy enmarcado en mis libros. En la universidad lo que se añadió fue el alcohol. Tomaba mucho. Ya tenía un amigo más. La literatura, ¿en qué me hizo cambiar? Al encontrar gente que leía libros y que gustaban de la poesía tuve la oportunidad de salir de mi encierro verbal, de comenzar a compartir ideas, ver que el mundo existía afuera y de que había gente. La literatura me hizo más humano, me hizo mejor padre, mejor hijo, me hizo de amigos, de entender la realidad de una perspectiva que no la da la ciencia. Me hizo encontrar a Dios. Me ha dado todas las ganancias posibles aunque no me haya dado dinero. Aunque cada día pienso en que llevar a la mesa, entro a mi casa y entro con la poesía. Eso me da la ventaja de percibir las desgracias, las dolencias, los escollos. Por eso, si tuviera que renacer de nuevo trataría de volverme poeta más temprano, de consolidarme con aquel poema que escribió aquel niño y trataría de buscar quien me apoyase para descubrir esos secretos que me han construido, que me han hecho mejor persona.  



 A modo de conclusiones, Escribir: ¿Enfermedad sin cura o algo que podemos llamarle don?



Existe en el asunto de los dones, y se percibe desde el punto bíblico, una doble marca. El don tiene también una carga de enfermedad. ¿Por qué? Porque es un comportamiento no natural que se sale del marco. Cuando uno está poseído por un don es percibido como un ser extraño, terco arraigado, alguien a quien no se le hace caso en ocasiones. La literatura es enfermedad y es don. Enfermedad porque uno la carga como una maldición, porque nos da el placer y la vez dolor, desgaste. En cuanto a don porque es una finalidad con la sociedad, una finalidad con la edificación de las personas, de mejoramiento humano. Entonces esa dualidad que comparte y otro lo que más valor le da en cuanto fenómeno espiritual. Nada grande espiritual es solamente don, tiene que ser necesariamente una carga que podamos definir como enfermedad.

Contramaestre, 26 de julio de 2017.

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