jueves, 27 de septiembre de 2018

Testimonio de un internacionalista

´´Manolo´´ como lo conocen en el barrio.

Manuel Paneque.
23 de enero de 2015. Combatiente 
que permaneció en Angola durante veintisiete meses.

Nos citaron un dieciocho de enero de mil novecientos ochenta y cuatro y nos informaron que iríamos a cumplir una misión en la República Popular de Angola. El que no estuviese de acuerdo que levantase la mano porque aquello no presentaba una obligación. Quiero decir, que fuimos por voluntad propia para poder cumplir con lo expresado por nuestro Comandante en Jefe que decía que ser internacionalista era saldar nuestra deuda con la humanidad. Salimos pues en esos días desde Santiago de Cuba contando yo con dieciocho años de edad rumbo a Morón, Ciego de Ávila, con el objetivo de pasar una previa. Aquella previa fue agilizada puesto que ya contábamos con preparación. Luego nos trasladamos a La Habana el tiempo necesario mientras nos hacían el chequeo médico y de ahí salimos el veinticuatro de febrero rumbo al África. El trayecto fue de un mes y unos días. Llegamos a Luanda donde fuimos recibidos y acto seguido nos entregaron al uniforme y las demás cosas necesarias. De ahí nos mandaron al tercer día al interior del país rumbo al sur pasando unas semanas hasta que en helicópteros fuimos a parar a un grupo táctico llamado lucende. Recuerdo que cuando nos acercábamos al lugar tuvimos que tirarnos de los aparatos pues un batallón de la UNITA venían en avanzada.
   En las zanjas nos repartieron las armas y de ellas nos mandaron directamente a las trincheras. El enemigo nos hizo permanecer inmovilizados durante varios días. Como gente nueva que éramos aquello nos impactó por ser algo que para nosotros no era normal. Por televisión las cosas se veían distintas a estar viéndolas en la misión. Era muy fuerte estar durmiendo en aquellas trincheras con el arma a cuestas en un grupo de asalto. Esas primeras jornadas en Angola fueron durísimas: no conocíamos el idioma, no sabíamos cómo tratar a los compañeros de la FLAPA y siempre estar a la expectativa porque el enemigo podía atacarnos en cualquier momento. La primera acción combativa en la que participé puedo describirla de la siguiente manera:
  
   Resulta que había salido una caravana llamada Camilo Cienfuegos y tuvimos que salir ocho infantes encima en dos tanques, cuatro de cada lado. Estaba impresionado puesto que nunca me había subido a ninguno e íbamos pegados a la torreta. Cuando nos empatamos con la caravana empezamos a apoyarla en un combate. Puedo decirte que fue uno de los días más difíciles de mi estancia allí porque verdaderamente me sentía muy presionado. Ver la velocidad con la que iban aquellos tanques, andar con todo aquellos armamentos sobre el cuerpo, tener la experiencia de ver caer algunos compañeros.

   Al cabo de unos meses fui destinado a una compañía de exploración y nuestro trabajo consistía en buscar bases enemigas, dar las coordenadas, y desde nuestras posiciones darles con las BM. Directamente, mientras que no teníamos que salir de nuestra unidad, para explorar o escoltar a una caravana vivíamos más o menos tranquilos entre las clases que recibíamos, las guardias y esas cosas. A pesar de la tensión nosotros salimos de Cuba preparados sicológicamente y teníamos la noción a lo que nos enfrentaríamos. Primeramente nos estábamos preparando para ir a apoyar la situación cuando lo de Granada pero al no ser posible nuestra ayuda fue entonces que decidieron mandarnos para Angola. Al menos en mi caso, fue mentira eso de que nos fuimos engañados para el África. Todo el que iba sabía el por qué. Vuelvo a decirte que el que no quería ir lo dejaban y cuando llegamos a Morón en las guaguas, que empezaron los entrenamientos finales, nos lo dijeron bien claro, que levantase la mano el que no aceptaba la misión. De nuestra unidad militar no se podía salir mientras no se designaba alguna tarea. Considero que muchas de las muertes ocurridas en estos periodos fueron por indisciplinas o negligencias de algunos de los nuestros que se metían en los Quimbos. Nuestra unidad quedaba frente a un pueblo y nuestros dormitorios quedaban bajo tierra.
   En el ochenta y cinco, exactamente también un dieciocho, pero de diciembre, ocurrió algo que nunca se me olvidará:
 
    Salimos ese día a las siete de la mañana a escoltar una caravana que iba a tomar posiciones en un camino y a prestar ayuda por si la necesitaban. En este mismo camino el enemigo había instalado una mina antitanque y esta nos voló uno. Los dos tripulantes eran angoleños. El conductor falleció y al artillero dejó herido. Ahí mismo cogimos e hicimos una defensa circular y para calmar los nervios casi todo el mundo abrió una bala y se tomó la pólvora para estabilizarse. Cuando retornábamos en eso de las cinco de la tarde bajo una aparente calma hacia nuestra unidad, un volga cargado de supuestos civiles nos tiró una bomba que casi nos destruye uno de los vehículos. Así entablamos un combate cuando ya oscurecía. Tuvimos suerte que este duró poco a nuestro favor. El saldo final de la jornada fue de un muerto y cinco heridos.

Aquí en Cuba, se estrenó en mil novecientos noventa la película Caravana y a mi juicio basado en lo que viví en Angola es bastante acertada. Claro, faltarían muchas cosas más que se podrían contar. Allí cómo seres humanos que éramos pasábamos evidentemente muchas necesidades, pero bueno, siempre tuvimos firmes con aquello de que nosotros fuimos a cumplir una misión. No fuimos allá con la idea de que nos fueran a pagar y si queríamos ganarnos una medalla teníamos que rayarnos el pellejo. Para un joven como lo era yo lo que viví allí fue una enseñanza bastante fuerte y gracias a eso pude prepararme mentalmente para muchas situaciones en la vida.
   Hay mucha gente que decía (y todavía lo dice), que vengan los americanos, que estamos aquí. Eso no es así por así. Porque es muy lindo ver las cosas desde afuera y no estar dentro de ella. Te digo esto porque cuando yo era un adolescente de quince o dieciséis veía el noticiero y cuando ponían aquellos negritos distróficos para mí eso era mentira pero cuando llegué allá me di cuenta de que todo era verídico como lo decían en la televisión.
   Allí vi a los niños comer en los basureros. El país estaba atrasado económicamente, ¿entiendes? Eran gentes que estuvieron bajo el yugo de los portugueses por unos cuántos siglos. El angoleño era una persona que por ejemplo, a la hora de matar una gallina ellos nos las vendían. Tú sabes que el cubano cuando lo hace bota las cabezas y las tripas. Ellos no. Era triste ver cómo aquellos muchachitos cogían esas partes para comérselas. Otro ejemplo de cómo era la vida en aquella tierra es que eran seres que cuando iban al monte y cazaban algún animal lo dejaban podrir para poder comérselo. Mientras no cogía peste y a veces hasta gusanos para ellos no estaba bueno. Esto es lo que le enseñaron los portugueses en aquel tiempo de la esclavitud y fíjate lo duro y grande que fue que algunos para fumar lo hacían con la parte encendida para adentro. Nosotros les preguntábamos el porqué y ellos nos respondían que era así puesto que en las casas de los ricos colonialistas las cenizas no podían caer en el piso.  Tambien se veía allí que los jefes de los poblados se dedicaban a ir por los basureros en donde se botaban los sancochos, los recogían y se los vendían entre ellos. Era gigantesca la diferencia entre los niños cubanos y esos de aquella parte del África. Estaban desnutridos, andaban desnudos, en fin, la situación era humillante.
   La ayuda que dio la isla al pueblo angoleño fue necesaria para que esa gente pudiera cambiar de vida y se cumpliera lo dicho por el comandante porque teníamos de veras una deuda con la humanidad, y, ¿en qué sentido teníamos deudas? ¿Por qué Fidel afirmó esas palabras? Porque para tener esta Revolución cuántos extranjeros no pelearon aquí en Cuba. Angola en mi vida será inolvidable. Me ha servido de experiencia como ya te he dicho. Viví en carne propia los que muchos que me conocen no son capaces de imaginar.      
     
     
            

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