Chino Silva con algunos de sus nietos jugando dominó. |
Uno de los primeros recuerdos que tengo del personaje del
que les voy a hablar, se remonta en el tiempo a cualquier día cotidiano que
puede tener un muchacho de la Sierra Maestra
al que, con el padre ocupado, mandan a la bodega por la tarde a buscar el pan
del censo. Allí estaba el Chino Silva junto a su perro Huracán. Era nuevo en el
barrio. Aquello se deducía porque jamás lo había visto, porque todas las
personas de una localidad rural, aunque se odien a muerte o se amen, se conocen
unos a los otros.
Yo en chancletitas,
shorts y camisetita sencillas, con la libreta y jabita de nylon, me
puse, mientras esperaba mi turno, a estudiar al nuevo inquilino de Cañizo. Era
un señor que hablaba alto y de una forma u otra con todos se metía. Me enteré
con algunas vecinas, aquellas de las que van a dos cosas a las bodegas y se
aburren en sus casas, que el Chino había permutado desde Chicharrones, Santiago
de Cuba, con unas de las familias aspirantes a dejar el monte por una cómoda
residencia en la urbe heroica y hospitalaria.
Con el paso de algunas semanas supe que se llamaba Manuel y ocupaba
la casa de Ester, a la que le compraba duro fríos los fines de semanas cuando
le pedía a mi padre uno o dos pesos. Tuve que resignarme, como otros tantos
muchachos a perder los ricos duro fríos de Toki y de pulpa de mango cuando era
temporada de estas frutas, más, con el nuevo morador, siempre tuvimos quien nos
tirara por la cerca, algunos mangos de diferentes variedades y bien maduritos.
Después nos fuimos habitando a su gritería y jovialidad. El
Chino entró más en mi vida cuando su hija vino a vivir con él. Esta contrajo
una relación amorosa con mi padre soltero y de alguna forma pasó a ser mi
abuelo postizo. La nueva situación me trajo numerosas ventajas, aún más cuando,
Yolis Inalvis se mudó con nosotros y me mandaban a llevarle alguno que otro
posuelo de sopa u otro plato casi siempre arroz con… Tenía el poder de coger
cuantos mangos quisiera comerme.
El chino Silva disfrutaba del juego de dómino. Sentía gran
afición por los gallos finos. En sus buenos tiempos del ron puro cubano. De las
mujeres tan caribeñas que son nuestras damas criollas. Así, lo supe conocer sin
darme cuenta que, años después, estos elementos me servirían para redactar esta
crónica y ver su recuerdo perfecto para subirlo a este blog como personaje
identitario de lo que significa ser cubano.
En su juventud |
En octubre de dos mil diez hice mi entrada a la universidad.
Entraba los lunes y los viernes, cansado de una semana intensa de ajetreo entre
claes y conferencias, solía encontrármelo al chino en la terminal del Serrano en
muchas ocasiones. Antes de yo verlo a él, él me veía y me gritaba: ¡Hijo e
Olber! Enseguida me ponía hacer chistes a su lado hasta que la guagua
apareciera.
Un año y medio después murió. Tardé bastante en recuperarme
de la sorpresa. Mi madrastra guardó algunos documentos y fotografías que
estuvieron a punto de desaparecer pero rescatadas por ella me hicieron coger
fuerzas e inspiración para hacerle desde esta página Web este pequeño homenaje.
Entre los papeles viejos y machacados por el tiempo encontramos una autobiografía
escrita de su puño y letra. La he reconstruido de la forma original debido a
que el Chino Silva no era muy amante a la buena caligrafía y la he llevado a
tercera persona, cosa que no le quita de ninguna forma mérito al buen tipo que
fue. Arreglada ortográficamente no pierde su esencia. A continuación les dejo
con la auto biografía. Luego, unos cuantos archivos que pude fotocopiar para
dar elementos visuales de quien fuera y será para siempre el Chino Silva.
´´Manuel Silva Socarrás nació el 6 de abril de 1938 en El
Cobre, Santiago de Cuba. Hijo de Pedro Silva y Juana Socarrás. En febrero de
1958 se incorporó a la tropa del capitán Israel Pardo Guerra junto a su hermano
mayor Ángel y un primo llamado Samuel, en el campamento de Brazo Frío. Allí
sostuvo su primer encuentro con las tropas de la tiranía. Luego pasó al
campamento de La Peña
donde cumplió varias misiones como fueron la recogida de armas y la busca de
alimentos. Después pasó al campamento de La Anita bajo las órdenes del capitán Enrique López
ya que Israel Pardo había bajado hacia donde se encontraba el Che Guevara. Por
esos días muere en combate su hermano Ángel. Cabe destacar que su madre también
se incorpora al Ejército Rebelde. Al triunfo de la Revolución se destacó
en varias tareas. Participó en 1961 en los acontecimientos de Playa Girón. En
1968 se desmovilizó de la vida militar pasando a la civil. De ahí en adelante
participó en la zafra de 1982 y trabajó en el combinado cárnico de Santiago de
Cuba.´´
Murió el 9 de mayo de 2012 dejando tres hijos, cuatro nietos
y unos cuantos amigos que le extrañan.
Distinción que lo acreditaba como combatiente de la Revolución |
Cartulina que lo evalúa con la medalla 50 aniversario de las FAR |
Cartulina que lo evalúa con la medalla conmemorativa ´´Victoria de Playa Girón |
En el cumpleaños uno de su nieta Angélica Gutiérrez Silva |
Medalla cnmemorativa Playa Girón |
Medalla conmemorativa de las FAR |
1 comentario:
Eres un joven y talentosos periodista. Muy bien logrados todos los relatos, Estoy orgullosa de ti, porque te conocí desde niño al ser muy amiga de tu tia y toda la familia. Felicidades y que continúen tus éxitos
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