lunes, 4 de junio de 2018

Cañizo, el barrio donde vivo.




Mapa de Cuba oriental donde queda el barrio rural de Cañizo
Si a través de un satélite se observara más de cerca el área geográfica suroriental de Cuba correspondiente al municipio donde resido (Guamá), se puede ver que todo el litoral está habitado y en él se asientan diferentes jurisdicciones rurales concentradas principalmente a orillas de la carretera que atraviesa la Sierra Maestra desde Santiago de Cuba en dirección a Pilón, localidad ubicada en la hermana provincia de Granma.
Cañizo es uno de estos barrios (fotografía 1) y sobre el por qué de este nombre  existen dos hipótesis. La primera no las ofrece Clara Duany, maestra y vecina del lugar. Dice ésta que en los tiempos fundacionales unos de los primeros vecinos era un hombre de apellido Cañizares. La segunda afirma en que cerca del puente que tenemos existía una laguna llena de caña cañiza de las que los más chicos sacaban sus güines para armar papalotes y cometas.
Resido aquí permanentemente desde los doce años con excepción de las temporadas en las que retorno al Baire natal para pasar algunos días de vacaciones. Poseemos un riachuelo que tiene como nombre el del pueblo y que divide el núcleo poblacional en dos. Se puede decir entonces de un Cañizo Este en el que se encuentran la bodega, la escuela primaria, la gastronomía y una extensa área residencial , y un Cañizo Oeste donde se enclava el Consultorio Médico de la Familia y otra gran arteria de viviendas. La población de Cañizo es heterogénea atendiendo a su composición que no es más que la mezcla que conforma casi toda la Isla: díganse la fusión de españoles, africanos y otras etnias. El pueblecito pertenece al Consejo Popular de Caletón Blanco, uno de los tantos en los cuales se divide la administración del municipio.
Abundan, como es lógico y característico de su espacio geográfico, los campesinos en las montañas que siembran para poder subsistir tubérculos como la yuca y boniato, legumbres como frijoles y habichuelas, frutas como la fruta bomba y el mango tropical muy diseminado en la región junto al anón y el anoncillo. También el cañicero cría ganado de diferentes especies como el vacuno, ovino y caprino.
La gente residente en Cañizo posee un carácter jovial y alegre. Otra actividad que desarrollan los locales es la fabricación de escobas, cepillos de lavar, trapeadores que un vez elaborados son vendidos preferiblemente en la ciudad de Santiago donde se compran artículos y alimentos de primera necesidad como lo son de aseo personal, arroz, productos cárnicos y otros que ayudan a balancear la dieta de los pobladores .
Una vista del río Cañizo que desciende de las montañas orientales
La naturaleza de Cañizo juega un perfecto contraste al estar enclavado en medio de la Sierra Maestra, conocida en la Isla por su diversificación en cuanto flora y fauna. Se pueden encontrar en las lomas que nos pertenecen el tocororo  ave nacional y muchos ejemplares de mamíferos como la jutía conga. El riachuelo se mantiene en su recta final la mayor parte del año sin agua mientras que unos cuantos kilómetros arriba mantiene su cauce. Por esas vueltas se encuentra la caja de agua que nos abastece y del lado de abajo bien conocidas nombradas pocetas como la Poza del Hombre, la de Encarnita, y la de Luz Marina. En ellas, cuando los tiempos de lluvia limpian sus lechos, es muy gratificante nadar y hacer turismo en sus alrededores. Por lo general quienes lo hacen, cargan unos cuantos mangos en una javita de nylon o internándose en el monte empiezan a recolectar anones maduros o marañones cuidándose, claro está, de las avispas que cualquiera puede hallarse y, con el susto, paticas para qué las tengo corriendo loma abajo. 
A pesar de las consecuencias dañinas para la salud que supone el consumo de alcohol, este renglón forma eslabón inseparable de la cultura cañicera. Las noches se encienden en el ranchón particular que tenemos con las ventas de cervezas, rones y comidas. No será el espectáculo al ritmo de la vida nocturna santiaguera pero son las cosas que poseemos. De vez en cuando el mismo ranchón alquila un DJ local para que la música cambie un poco el panorama. 
La música preferida de las fiestas cañiceras varía según los gustos. En el ranchón se presenta un grupo local llamado Mathew (al cual no he tenido todavía el honor de fotografiarlo), haciéndole los honores al huracán que recientemente pasó por la Isla y que nos dejó a unos cuantos lugareños sin techo. Hay quienes incrédulos no confían en la capacidad artística que tiene el mencionado grupo. Otros con canequita en mano se ripian con el chiquichí chiquichá que le sacan a los modestos instrumentos.
En las noches cuando la mayoría está de parrandas, otros prefieran la tranquilidad de las playas y múcaras. Allí desempacan de sus viejas mochilas anzuelos y cordeles para pescar. Actividad que practican hasta bien entrada la madrugada. No les falta tampoco un pomito plástico con café o con refresco de cualquiera de las frutas que antes mencionamos para la merienda ni las cajetillas de cigarros para ´´matar´´ al frío. Pocas veces van solos. Genial es ir acompañado. Así se forman competencias para ver quien coge más. Los mechones atraen a cuanto espécimen merodea listos algunos para ser al día siguiente parte fundamental del almuerzo en algunos hogares cañiceros. 
Los jóvenes de Cañizo como embelezados por el ritmo disfrutan al máximo del reguetón. No estoy en contra. Sí de la música chabacana y sucia que no nos aporta nada y los convierte en estúpidos consumidores de esa droga que entra por los oídos y que tiene como resultado la idiotez e ignorancia. Otro fenómeno cultural en la juventud cañicera es ese ´´amor´´ por el fútbol, ´´-diría  yo para ordenar las palabras y no ser grosero-, y que los hace amantes incondicionales del Barça y del Real Madrid aunque nada tengan que ver con la geografía cubana. Confieso que a veces mi padre haciendo despotismo me ha hecho tragarme algunos partidos del más universal de los deportes y a la larga no tengo nada en contra pero los chamas que sienten ´´orgullo´´ por jugadores que ni siquiera imaginan que ellos existen las aristas que los identifican como cubanos ni las miran.

En los primeros meses del año por su posición, llegan a Cañizo los vientos del norte. Los más chicos entonces con materiales que tengan a la mano arman sus cometas que vuelan por todo el pueblo. Cuando termina la temporada, aunque no sea correcto, pueden verse colgados y enredados en los tendidos eléctricos restos de esos papalotes. Otro de los juegos viene después de los torrenciales perdidos entre marzo y abril. Con ellos la señal al cangrejo rojo que habita en nuestros lomeríos está dada para que bajen al mar a depositar la próxima generación. Los más chicos ignorando el ciclo sagrado utilizando hilos de sacos sacrifican unos cuantos ejemplares para divertirse en sus ratos libres. Se les pude ver entonces que andan para arriba y para abajo mostrando las tenazas que levantan para aquí y para allá. (Yo odiaba las temporadas del cangrejo rojo que venían años tras años. Nunca jugué con ninguno y tampoco dejaba cuando niño de tener pesadillas con la espeluznante idea de encontrarme uno en mi cama). A los muchachos de mi barrio también les gusta la costa. En los tiempos estivales pueden oírse el regaño de los padres cuando los hijos llegan a casa con la cara completamente tostada del sol que raja las piedras sobre todos los mediodías.
En Cañizo hay temporadas que la comidilla del día es el tema del agua. El pueblo sufre, como todos los demás barrios de Guamá y del país completo, las condiciones desfavorables de pocas lluvias en largos espacios durante el año. Es por eso muy llamativo que cuando dicen los aguaceros a caer el paisaje se viste de verde llenando de vida toda la geografía cañicera. Cuando deja de hacerlo y ese mismo viento norte utilizado en volar papalotes aparece, la hierba muere rápidamente por la sequedad del terreno y el hostigamiento del sol. Entonces las praderas coronan al color amarillo.  




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