lunes, 18 de enero de 2021

Como Don Quijote, contra los molinos de viento (o contra los gigantes, según la percepción de cada cual ante la vida).

Imagen tomada de Internet
 

 

   Aunque en lo personal cuento los años de mi vida a partir de todos los 21 de noviembre  año tras año, por ser este día la fecha de mi nacimiento en 1990, no dejo nunca de mirar cada 1ro de enero como esa forma que es de sumarme yo también a la tradición del mundo entero de un conteo de doce meses cargaditos de recuerdos que han concluido y presenciar la extraña mirada de los otros doce más que empiezan ya a correr.  

2020, espacio de tiempo internacionalizado ya históricamente por los siglos de los siglos debido al disparo biológico que ha suscitado la Covid 19 hacia la comunidad humana mundial, nos ha legado miles de historias en tal sentido y difícilmente cabrían en pequeños tomos una síntesis siquiera de lo jodido que estuvo la cosa:

   Miles de muertos por la pandemia, millones de contagiados.

   Una marea que no baja.

   Ya nos deslizamos 2021 adentro: ahora nos llega dicen, un segundo rebrote más fuerte e intenso y no nos queda de otra que luchar y orar para que las suertes nos den el respiro que necesitamos.

   El miedo hacia los futuros (o los tiempos venideros oscuros tal vez), son inevitables. Unos al punto de morir no del covid sino de los nervios y otros prefieren quedarse sin estresarse demasiado con el asunto en cuestión, como yo que en casa por las noches me las gasto ojeando fríamente en el móvil, pudieran decirme, algunos de mis libros digitales o tomando algunos de mi librero para olvidarme de todos y de todo hasta nuevamente las seis de la mañana en las que me levanto y vuelvo a la carretera.


   Sé que no queda alternativa posible que esta la de seguir luchando a mi forma y a mi manera hasta que la muerte venga y me lleve a la tumba silenciosa. Sigo en pie con lanza en mano, agradezco a Dios y beso a mi esposa cuando en las tardes regreso a casa luego de soportar una jornada más sobre mis hombros y me siento otra vez el Quijote que catapultado ciento de veces por los gigantes se levanta, sacude el polvo y vuelve una y otra vez a la carga.           

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