lunes, 13 de septiembre de 2021

La Isla que hasta las nubes dibujan



Les presento lo que el cielo en una tarde de este septiembre dibujó en sus nubes justamente frente a mis ojos. El momento se hubiese perdido de yo haber estado leyéndome un libro o durmiendo, por así citar dos ejemplos sencillos, pero a tiempo tomé móvil en mano y flash por aquí y flash un poco más de cerca, y he ahí la maravilla de encontrar mi isla retratada en el atardecer y sobre todas las cosas, tener el orgullo de poseer en mis archivos digitales tan elegante tesoro, obra de arte de la madre naturaleza.    

lunes, 30 de agosto de 2021

Las flores de Ulises…

En aquella carpeta que me dejara como herencia, permítase que lo refiera así, Lichi el hombre de los mándalas tenía fotografías de una colección de flores salidas de su mano. Si alguien que conociera perfectamente sobre cómo es que se realizan, se pulen dichas obras plásticas y las ve, notará que a dichos fotogramas les falta el perfecto acabado pero aún así son inmensamente hermosas. 

Aquí reflejo cuatro de ellas para que El Cubo… no pierda en sus páginas la oportunidad de perpetuar el recuerdo de ese amigo que para muchos fue Tamayo Aliaga… 

 

Flor 1 pintada por Ulises Tamayo Aliaga

Flor 2 pintada por Ulises Tamayo Aliaga

Flor 3 pintada por Ulises Tamayo Aliaga

Flor 4 pintada por Ulises Tamayo Aliaga

 

jueves, 26 de agosto de 2021

El hombre de los mándalas ha muerto…

Ulises Tamayo Aliaga (Lichi)

…lo supe esta mañana en la que sobre Chivirico la cabecera municipal guamense, el cielo encapotado nos regala una fina llovizna y luego de dos meses ya del suceso en los que incomunicado por esta maldita pandemia nunca supe nada así de simple: la que fue en sus últimos años de vida su mujer, Nieve, me lo ha dicho cuando nos topamos en la calle después de más de noventa días sin vernos frente a frente.

 

Ulises Tamayo Aliaga o simplemente Lichi para allegados y amigos era un hombre extraordinario. Amaba el arte como el más cordial de los devotos ama a su dios insoslayablemente. Para mí fue genial verlo pintar con la tranquilidad que lo caracterizaba aquellas chinas pelonas que a veces salía a buscar por las tardes en el mar cercano a su residencia, o los grandiosos mándalas que elegantemente más que pinturas que referían al equilibrio del universo, en lo particular eran parte esencial del suyo en este mundo de locos para unos pero lleno a la vez de esperanza y amor para otros.

 

Guardo en mi casa uno de ellos que fascinado por la hermosa idea le pidiera con la idea de regalo para mi esposa.

 

Confieso y lamento no haber tenido más tiempo para conocerlo a fondo, verdad y culpa con la que cargaré el resto de mi vida, pero me queda la satisfacción de que en aquellas ocasiones en las que fui testigo de su sabiduría con el pincel en mano, me sentí de veras bendecido al compartir con él como un padre que dialoga con el hijo amado.

 

Proporcionadas estas evidencias por el mismo Lichi en una de esas visitas que alguna vez le realizara, un día de esos en los que luego de trabajo duro y arduo necesitara el bálsamo espiritual que es el de hablar por horas y más horas de arte puro y sincero, en el presente trabajo les dejo alguna de la primeras muestras que pienso registrar en ECO como homenaje eterno a ese gran ser humano que fue: 

 





 

 

miércoles, 25 de agosto de 2021

En Pie de Guerra

 

Iconografía tomada de Internet

 

El silencio que ha caracterizado los pasados meses este blog ha sido un silencio en tempestad. No podemos negar de ninguna forma posible que la vida ha cambiado con la pandemia de la covid 19, no solo para los que han tenido la desgracia de sufrirla personalmente o perder a algún familiar por causa de la misma, sino también para aquellos que como yo, libre de cierta forma de hasta el momento no haber sido contagiado con la enfermedad ni ninguno de los míos (excepto una tía y dos primos hijos de un tío), ve cómo de cerca la tenemos a cada instante por todos lados y frentes.

 

Son incontables la veces que abierto el Word en la PC de mi trabajo para armar un parrafito aunque sea; también aquellas en los que lo he vuelto a cerrar preocupado como nunca en lo que pasa en el planeta con esto del coronavirus desde que despierto en las madrugadas para salir a navegar por un mundo vestido con miedo ya casi dos años enteros.

 

En casa, cuando llego a salvo, siguen mis libros en la estantería que me he creado y sigo leyendo a Martí y a Borges y de lejos callado escucho que se le murió a fulanito la madre, el hermano, el tío, la mujer… cierro los ojos entonces y le pido a Dios del que siempre digo que no merezco nada, que me proteja a mí y las míos y que proteja a mis amigos donde quiera que estén. (Igual que me calme ante la gente que no entiende y que no se cuidan para nada, aquellos imbéciles que tienen que pasar por la amarga situación para entender cojone que esta mierda mata).

 

Son duros los días pero tenemos a nuestro favor la fe y la esperanza de que “todo futuro tiene que ser mejor”, cómo dijera el gran Julio Antonio Mella. A mi amigo Arnoldo Fernández Verdecia le escribo aquí que no se preocupe, que El Cubo Oriental no ha perdido aún a su editor y que aunque no he escrito mucho en este dos mil veintiuno mirando el panorama con La Edad de Oro o leyéndome clásicos cuentos como “El Sur”, sigo en pie de guerra con cuchillo en mano y salgo a la llanura a batallar.    

 

 

viernes, 9 de abril de 2021

Una fotografía que de Compay Segundo se guardaba en álbum anónimo en Guamá

En la historia de este blog que próximamente estará cumpliendo su cuarto año desde que el 19 de abril de 2017 fuese puesto en línea, no había pasado jamas más de dos meses sin estrenar un nuevo post. 

La última fue el 28 de enero del presente 2021 por el aniversario 168 de natalicio de José Martí y desde entonces por las condiciones impuesta por la covid 19 y la dinámica que se nos han impuesto a todos los cubanos para cuidarnos de la enfermedad, el acceso a escribir en el sitio se me ha hecho casi imposible. 

Hoy regreso para registrar la siguiente fotografía que me donara la Promotora Cultural de la Localidad del Francés Yaumara Arocha Martínez que por muchos años guardara del gran sonero que fuera Compay Segundo, en una de las ocasiones que asegura estuviera cerca de él. 

Sin más la instantánea:  


 

 

 

 

jueves, 28 de enero de 2021

Galería Fotográfica: Otras formas de mi visión martiana

 También tengo mis formas artísticas de ver a Martí y las siguientes instantáneas, tocadas con algunas de las opciones que nos pueden regalar las nuevas tecnologías son el ejemplo perfecto. Disfruté cada una de ellas mientras las iba descubriendo en el móvil. Es mi homenaje hacia el más universal de los cubanos en el aniversario 168 de su natalicio:

 





























 

jueves, 21 de enero de 2021

Sobre "La moral y los instintos reprimidos", un texto sugerente de Mark Twain


Es una noche de enero de dos mil veintiuno pasadas las ocho. Sentado en un cómodo balance, de aquellos que están en la sala de mis suegros, tomo de mi pequeño librero que se halla al lado a pocos centímetros bien planificado, uno de los dos ejemplares que poseo de “Mark Twain: un cronista de su época”, conjunto de textos compilados en Cuba y escritos por el creador del aventurero Tom Sawyer hace ya más de un siglo. No sé en realidad que es lo que busco pero como explorador sin más nada ya que hacer en la jornada que pronto terminará, repaso una y otra vez las páginas del volumen. De pronto me detengo en la ciento ochenta y dos por lo sugerente de su título. A mí vista se desliza un párrafo que según los editores aclaran ser fragmentos de una carta escrita a un tal J. H. Moore el (­­­­sábado) dos de febrero de mil novecientos siete  (hace ciento trece años once meses con diecinueve días según mis cálculos en el preciso momento en que las replico en ECO, pero que de una forma trascendental mantienen algo de su vigencia en los tiempos presentes) y empiezo a leer con gran atención. Lo que voy descifrando en el citado texto me provocan en el pensamiento fuerzas equivalentes a la explosión de sesenta mil bombas atómicas juntas y al concluir no tengo palabras exactas con qué expresar realmente la importancia que tienen aquellas seis oraciones halladas por mí sin ser buscadas. Aunque pasados ya algunos días de aquello hoy las anexo en este blog con la esperanza de que no se pierdan olvidadas en los libros y de alguna manera continúen vivas como la lección que creo que son:

 

La moral y los instintos reprimidos

 

Hay una cosa que me sorprende continuamente: como herederos de la mentalidad de nuestros antecesores los reptiles, hemos mejorado la herencia en muchos grados; pero en cuestión de la moral que nos legaron, hemos retrocedido otros tantos. Esa evolución es extraña y, para mí, inexplicable y antinatural. Necesariamente comenzamos dotados de su misma moral perfecta e inmaculada; ahora estamos desprovistos de ella, por completo. No tenemos verdadera moral, moral real, sino sólo artificial, una moral creada y preservada por la represión forzada de los instintos naturales e infernales. Y, sin embargo, somos suficientemente romos* como para enorgullecernos de ella. De cierto, los humanos somos un invento bastante cómico.

 

romos* Pocos inteligentes, sin agudeza intelectual. (Nota del Editor de este Blog)

 

   

lunes, 18 de enero de 2021

Como Don Quijote, contra los molinos de viento (o contra los gigantes, según la percepción de cada cual ante la vida).

Imagen tomada de Internet
 

 

   Aunque en lo personal cuento los años de mi vida a partir de todos los 21 de noviembre  año tras año, por ser este día la fecha de mi nacimiento en 1990, no dejo nunca de mirar cada 1ro de enero como esa forma que es de sumarme yo también a la tradición del mundo entero de un conteo de doce meses cargaditos de recuerdos que han concluido y presenciar la extraña mirada de los otros doce más que empiezan ya a correr.  

2020, espacio de tiempo internacionalizado ya históricamente por los siglos de los siglos debido al disparo biológico que ha suscitado la Covid 19 hacia la comunidad humana mundial, nos ha legado miles de historias en tal sentido y difícilmente cabrían en pequeños tomos una síntesis siquiera de lo jodido que estuvo la cosa:

   Miles de muertos por la pandemia, millones de contagiados.

   Una marea que no baja.

   Ya nos deslizamos 2021 adentro: ahora nos llega dicen, un segundo rebrote más fuerte e intenso y no nos queda de otra que luchar y orar para que las suertes nos den el respiro que necesitamos.

   El miedo hacia los futuros (o los tiempos venideros oscuros tal vez), son inevitables. Unos al punto de morir no del covid sino de los nervios y otros prefieren quedarse sin estresarse demasiado con el asunto en cuestión, como yo que en casa por las noches me las gasto ojeando fríamente en el móvil, pudieran decirme, algunos de mis libros digitales o tomando algunos de mi librero para olvidarme de todos y de todo hasta nuevamente las seis de la mañana en las que me levanto y vuelvo a la carretera.


   Sé que no queda alternativa posible que esta la de seguir luchando a mi forma y a mi manera hasta que la muerte venga y me lleve a la tumba silenciosa. Sigo en pie con lanza en mano, agradezco a Dios y beso a mi esposa cuando en las tardes regreso a casa luego de soportar una jornada más sobre mis hombros y me siento otra vez el Quijote que catapultado ciento de veces por los gigantes se levanta, sacude el polvo y vuelve una y otra vez a la carga.           

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