miércoles, 25 de diciembre de 2019

El efecto hollywoodense contra la cultura propia de un hombre


Nací y crecí en los años noventa del siglo XX cubano, en medio de apagones y de carencias al igual que otros tantos millones de guerreros que día a día se la jugaban para seguir adelante en lo que muchos filósofos y pensadores aseguraban ser “el fin de la historia”. No tenía entonces otra conexión con el mundo exterior más que lo que veía en la pantalla del televisor krim 218 adquirido por mis abuelos a fines de los ochenta, artefacto que tenía el poder todas las noches de juntar a unos cuántos vecinos del barrio con mi familia a las siete y cincuenta y pico de la noche para ver el noticiero y luego la novela de turno, claro, si no se iba en esos momentos la corriente eléctrica como ocurría en muchas ocasiones que aún recuerdo claramente. Así fui formándome desde chico en las periferias del Baire socialista distante de ser aquel pueblo que fuese en los noventa pero del siglo anterior donde el cubano de entonces se fuera con machete en mano al monte a buscarse la libertad o morir en el intento. Fueron pues, los sábados y domingos de mi infancia, días en los que en frente a aquella caja llena de cables con pantalla de cristal que por primera vez chocase con las mezclas muy de moda por entonces, ajiaco entre la cinematografía extranjera (preferiblemente la estadounidense) y las producciones del patio, sobre todo ejemplificadas en las películas clásica animadas de Disney y el mítico Elpidio Valdez o Vampiros en La Habana ambas de Juan Padrón, o las otras tantas muestras de cortos animados aquí en Cuba desde los sesenta se producían.
Muestra del TV Krim 218 en el que comencé a ver del mundo
Desde esas tempranas edades empecé a darme cuenta de la estética de cada filme de acuerdo con el país del viniera. Las producciones de Hollywood nada tenían que envidiarles a las cubanas; bien fotografiadas y conservadas hasta tal punto que llegué incluso a tildar a aquellos que tienen la responsabilidad de preservar las nuestras de incompetentes e irresponsables. Luego vino el descubrimiento del cine para adultos, el conocimiento de saber de la existencia de directores que admiro como Spielberg, Peter Jackson u otros de una extensa lista que no me molestaré en recordar mientras redacto este trabajo mientras que irónicamente nunca dejé de preguntarme desde que logré hacerlo por vez primera, por qué si los yanquis son nuestros enemigos en el plano político nuestra televisión estaba siempre inundada de celuloide suyo y existía poca difusión de cinematografía foránea. En el barrio ya algunas personas contaban con los VHS, cosa de lujo por entonces y lo que más nos arrastraba a chicos y grandes a pagar un peso para entrar a aquellas salas de cine clandestinas, eran lo filmes de acción y de aventuras, por así citar  los ejemplos populares. Esto acontecía fuera del ámbito escolar y así fui enviciándome, perdiéndome todo contacto y aprecio por la cultura cinéfila cubana, que repito escaseaba en la pantalla, a tal punto que fantaseaba con los apellidos ingleses y despreciando en los momentos que se me presentaban los míos propios e hispanos.
Fotograma de "El hombre de la máscara de Hierro"
Así viví mucho tiempo hasta que en la escuela (¡Gracias a Dios!), en alguna que otra clase sobre nuestra cubanía tuve la suerte de que me hablasen de que no solo los de la otra orilla sabían hacer películas de muy buen corte y con el tiempo dediqué esfuerzos para empezar a buscar las raíces del cine cubano, a conocer nombres como el de Tomás Gutiérrez Alea, Humberto Solás, Santiago Álvarez entre otros: grandes genios cubanos dedicados a la industria desde el mismo triunfo de la Revolución y aunque las carencias hicieron que las copias existentes no se viesen con la calidad de las gringas, me enamoré poco a poco de lo que descubría y de las enseñanzas que me brindaban. El cine cubano tiene sus grandes méritos como parte indispensable de los que somos como nación y a mis casi treinta años sigue la televisión cubana plagadas de filmes americanos durante toda la semana. Esta realidad de la inserción de la cultura hollywoodense en nuestras vidas diarias no está arraigada únicamente en Cuba sino en gran parte de América Latina y otros países alrededor del orbe y tal pareciera que para saber de cine hay que meterle por los ojos a los que los que consumimos el entretenimiento, toda la obra que se produce en la tierra de los hermanos Marx.
Fotograma de "En Tres y Dos" filme dedicado a nuestro beisból
Cientos de miles de personas como yo sufrieron y sufren este efecto que es amar el cine facturado en U.S.A, olvidando por completo la idiosincrasia que los identifica, absorbidos por esa megas producciones bien presupuestadas y realizadas. Pero es deber supremo el de levantarse y que cada uno indague en lo que le revela realmente quien es y de dónde viene si del séptimo arte realizado en sus respectivos países se trata. Ignoro si el efecto hollywoodense viene inevitable como alguna política mal intencionada de los que dirigen esta industria en el norte. No estoy en contra de esta totalmente: considero que parte del cine estadounidense es bueno, no lo niego, pero tenemos que aprender a amar lo nuestro, a no despreciar al cine latino porque sea latino o no esté a la altura de los millones que suelen dar las productoras americanas para sus realizaciones. La cultura propia del hombre no debe morir extranjerizada bajo ningún concepto. Hay que mirar muy dentro del cine latinoamericano, en el caso de aquellos que vivimos del lado sur del Río Bravo y que el Apóstol cubano Martí llamara “De Nuestra América”.       
Fotograma de "El Benny" filme dedicado a Benny Moré
Si lo visual que nos muestran las películas gringas es realmente bueno, mejor lo son las historias que nos regala para la posteridad el cine criollo, impulsado por la creación del ICAIC en 1960 y que desde entonces tiene un excelente arsenal histórico entre filmes y documentales que nos cuenta quienes fuimos, somos y hacia donde vamos inevitablemente. Amar lo que hace tu patria única en el mundo es una sabia decisión que pueden tomar los hombres que viven y pasan su vida completa en ellas. No hay camino más interesante que saberse parte de un todo tan original como lo son las propuestas del cine creado en esta mágica isla del caribe, en mi caso particular, desde donde se nos muestran también las huellas de esa rica cultura cubana a grandes rasgos que nos identifica. Me siguen gustando las propuestas hollywoodenses, reitero, pero no dejo que su presencia me quite del corazón el pedazo que les toca a las de mi casa. 



lunes, 16 de diciembre de 2019

Las palmas son novias que esperan….


Palmas que esperan el amanecer

Las palmas son novias que esperan….

….escribió el apóstol por la libertad de nuestra patria, José Martí; lo vi en un cartel pegado a la pared en una de esas instituciones en la que busco algunas de mis informaciones para la radio local en la que desempeño labores. Pequeña idea que puede quien la lee interpretarla de forma particular.

Las palmas que mis ojos han visto en los campos por los que desando, no dejan de ser novias que esperan, pero, ¿es el novio el mismo de las palmas que vio Martí a las que están en esta instantánea más de un siglo después? No, no es el mismo: estas esperan ahora en diciembre al sol que las calienta y mima. 

 Estas palmas son novias que esperan… y se saben libres como el viento, al igual que el cielo arriba de ellas, que muestra en momentos de esplendor un azul como no hay en otro lugar de este planeta. Y si te paras cerca ellas cuando amanece, te sorprenderás al sentirlas reír.

miércoles, 4 de diciembre de 2019

Curiosidad de Mamá Natura


Esta es una flor que amaneció en el pequeño jardín de Vidalina Prado. Solo duró unas horas desde que abrió hasta que se marchitó. Recuerdo que vino hasta casa para decirnos y acto seguido fuimos con celular en mano para quedarnos con el recuerdo.

Ignoramos el nombre pero no la belleza de tal maravilla efímera nacida en tierra guamense. Así es la naturaleza en estos lares: llena de magia donde quieras que te encuentres y tengas el poder de verla.

¡Gracias a la vida por dárnos la oportunidad de haberla visto y disfrutar de ella!

martes, 3 de diciembre de 2019

Vidalina Prado: no hay mañanas sin una taza de café que salga de mis manos


Ella ya era doña Vidalina muchos años antes de que yo naciera y toda su vida ha vivido en estas tierras de mares y de montañas, junto a su esposo, hijos, nietos y bisnietos. No existe amanecer en el que no le den ganas de tomarse su buchito caliente de café montuno. A continuación instantáneas de Vidalina en pleno ejercicio junto a su fogón de leña: 



Preparando el brebaje mágico
Ya casi listo
Provando su creación




Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...