jueves, 28 de enero de 2021

Galería Fotográfica: Otras formas de mi visión martiana

 También tengo mis formas artísticas de ver a Martí y las siguientes instantáneas, tocadas con algunas de las opciones que nos pueden regalar las nuevas tecnologías son el ejemplo perfecto. Disfruté cada una de ellas mientras las iba descubriendo en el móvil. Es mi homenaje hacia el más universal de los cubanos en el aniversario 168 de su natalicio:

 





























 

jueves, 21 de enero de 2021

Sobre "La moral y los instintos reprimidos", un texto sugerente de Mark Twain


Es una noche de enero de dos mil veintiuno pasadas las ocho. Sentado en un cómodo balance, de aquellos que están en la sala de mis suegros, tomo de mi pequeño librero que se halla al lado a pocos centímetros bien planificado, uno de los dos ejemplares que poseo de “Mark Twain: un cronista de su época”, conjunto de textos compilados en Cuba y escritos por el creador del aventurero Tom Sawyer hace ya más de un siglo. No sé en realidad que es lo que busco pero como explorador sin más nada ya que hacer en la jornada que pronto terminará, repaso una y otra vez las páginas del volumen. De pronto me detengo en la ciento ochenta y dos por lo sugerente de su título. A mí vista se desliza un párrafo que según los editores aclaran ser fragmentos de una carta escrita a un tal J. H. Moore el (­­­­sábado) dos de febrero de mil novecientos siete  (hace ciento trece años once meses con diecinueve días según mis cálculos en el preciso momento en que las replico en ECO, pero que de una forma trascendental mantienen algo de su vigencia en los tiempos presentes) y empiezo a leer con gran atención. Lo que voy descifrando en el citado texto me provocan en el pensamiento fuerzas equivalentes a la explosión de sesenta mil bombas atómicas juntas y al concluir no tengo palabras exactas con qué expresar realmente la importancia que tienen aquellas seis oraciones halladas por mí sin ser buscadas. Aunque pasados ya algunos días de aquello hoy las anexo en este blog con la esperanza de que no se pierdan olvidadas en los libros y de alguna manera continúen vivas como la lección que creo que son:

 

La moral y los instintos reprimidos

 

Hay una cosa que me sorprende continuamente: como herederos de la mentalidad de nuestros antecesores los reptiles, hemos mejorado la herencia en muchos grados; pero en cuestión de la moral que nos legaron, hemos retrocedido otros tantos. Esa evolución es extraña y, para mí, inexplicable y antinatural. Necesariamente comenzamos dotados de su misma moral perfecta e inmaculada; ahora estamos desprovistos de ella, por completo. No tenemos verdadera moral, moral real, sino sólo artificial, una moral creada y preservada por la represión forzada de los instintos naturales e infernales. Y, sin embargo, somos suficientemente romos* como para enorgullecernos de ella. De cierto, los humanos somos un invento bastante cómico.

 

romos* Pocos inteligentes, sin agudeza intelectual. (Nota del Editor de este Blog)

 

   

lunes, 18 de enero de 2021

Como Don Quijote, contra los molinos de viento (o contra los gigantes, según la percepción de cada cual ante la vida).

Imagen tomada de Internet
 

 

   Aunque en lo personal cuento los años de mi vida a partir de todos los 21 de noviembre  año tras año, por ser este día la fecha de mi nacimiento en 1990, no dejo nunca de mirar cada 1ro de enero como esa forma que es de sumarme yo también a la tradición del mundo entero de un conteo de doce meses cargaditos de recuerdos que han concluido y presenciar la extraña mirada de los otros doce más que empiezan ya a correr.  

2020, espacio de tiempo internacionalizado ya históricamente por los siglos de los siglos debido al disparo biológico que ha suscitado la Covid 19 hacia la comunidad humana mundial, nos ha legado miles de historias en tal sentido y difícilmente cabrían en pequeños tomos una síntesis siquiera de lo jodido que estuvo la cosa:

   Miles de muertos por la pandemia, millones de contagiados.

   Una marea que no baja.

   Ya nos deslizamos 2021 adentro: ahora nos llega dicen, un segundo rebrote más fuerte e intenso y no nos queda de otra que luchar y orar para que las suertes nos den el respiro que necesitamos.

   El miedo hacia los futuros (o los tiempos venideros oscuros tal vez), son inevitables. Unos al punto de morir no del covid sino de los nervios y otros prefieren quedarse sin estresarse demasiado con el asunto en cuestión, como yo que en casa por las noches me las gasto ojeando fríamente en el móvil, pudieran decirme, algunos de mis libros digitales o tomando algunos de mi librero para olvidarme de todos y de todo hasta nuevamente las seis de la mañana en las que me levanto y vuelvo a la carretera.


   Sé que no queda alternativa posible que esta la de seguir luchando a mi forma y a mi manera hasta que la muerte venga y me lleve a la tumba silenciosa. Sigo en pie con lanza en mano, agradezco a Dios y beso a mi esposa cuando en las tardes regreso a casa luego de soportar una jornada más sobre mis hombros y me siento otra vez el Quijote que catapultado ciento de veces por los gigantes se levanta, sacude el polvo y vuelve una y otra vez a la carga.           

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