lunes, 30 de agosto de 2021

Las flores de Ulises…

En aquella carpeta que me dejara como herencia, permítase que lo refiera así, Lichi el hombre de los mándalas tenía fotografías de una colección de flores salidas de su mano. Si alguien que conociera perfectamente sobre cómo es que se realizan, se pulen dichas obras plásticas y las ve, notará que a dichos fotogramas les falta el perfecto acabado pero aún así son inmensamente hermosas. 

Aquí reflejo cuatro de ellas para que El Cubo… no pierda en sus páginas la oportunidad de perpetuar el recuerdo de ese amigo que para muchos fue Tamayo Aliaga… 

 

Flor 1 pintada por Ulises Tamayo Aliaga

Flor 2 pintada por Ulises Tamayo Aliaga

Flor 3 pintada por Ulises Tamayo Aliaga

Flor 4 pintada por Ulises Tamayo Aliaga

 

jueves, 26 de agosto de 2021

El hombre de los mándalas ha muerto…

Ulises Tamayo Aliaga (Lichi)

…lo supe esta mañana en la que sobre Chivirico la cabecera municipal guamense, el cielo encapotado nos regala una fina llovizna y luego de dos meses ya del suceso en los que incomunicado por esta maldita pandemia nunca supe nada así de simple: la que fue en sus últimos años de vida su mujer, Nieve, me lo ha dicho cuando nos topamos en la calle después de más de noventa días sin vernos frente a frente.

 

Ulises Tamayo Aliaga o simplemente Lichi para allegados y amigos era un hombre extraordinario. Amaba el arte como el más cordial de los devotos ama a su dios insoslayablemente. Para mí fue genial verlo pintar con la tranquilidad que lo caracterizaba aquellas chinas pelonas que a veces salía a buscar por las tardes en el mar cercano a su residencia, o los grandiosos mándalas que elegantemente más que pinturas que referían al equilibrio del universo, en lo particular eran parte esencial del suyo en este mundo de locos para unos pero lleno a la vez de esperanza y amor para otros.

 

Guardo en mi casa uno de ellos que fascinado por la hermosa idea le pidiera con la idea de regalo para mi esposa.

 

Confieso y lamento no haber tenido más tiempo para conocerlo a fondo, verdad y culpa con la que cargaré el resto de mi vida, pero me queda la satisfacción de que en aquellas ocasiones en las que fui testigo de su sabiduría con el pincel en mano, me sentí de veras bendecido al compartir con él como un padre que dialoga con el hijo amado.

 

Proporcionadas estas evidencias por el mismo Lichi en una de esas visitas que alguna vez le realizara, un día de esos en los que luego de trabajo duro y arduo necesitara el bálsamo espiritual que es el de hablar por horas y más horas de arte puro y sincero, en el presente trabajo les dejo alguna de la primeras muestras que pienso registrar en ECO como homenaje eterno a ese gran ser humano que fue: 

 





 

 

miércoles, 25 de agosto de 2021

En Pie de Guerra

 

Iconografía tomada de Internet

 

El silencio que ha caracterizado los pasados meses este blog ha sido un silencio en tempestad. No podemos negar de ninguna forma posible que la vida ha cambiado con la pandemia de la covid 19, no solo para los que han tenido la desgracia de sufrirla personalmente o perder a algún familiar por causa de la misma, sino también para aquellos que como yo, libre de cierta forma de hasta el momento no haber sido contagiado con la enfermedad ni ninguno de los míos (excepto una tía y dos primos hijos de un tío), ve cómo de cerca la tenemos a cada instante por todos lados y frentes.

 

Son incontables la veces que abierto el Word en la PC de mi trabajo para armar un parrafito aunque sea; también aquellas en los que lo he vuelto a cerrar preocupado como nunca en lo que pasa en el planeta con esto del coronavirus desde que despierto en las madrugadas para salir a navegar por un mundo vestido con miedo ya casi dos años enteros.

 

En casa, cuando llego a salvo, siguen mis libros en la estantería que me he creado y sigo leyendo a Martí y a Borges y de lejos callado escucho que se le murió a fulanito la madre, el hermano, el tío, la mujer… cierro los ojos entonces y le pido a Dios del que siempre digo que no merezco nada, que me proteja a mí y las míos y que proteja a mis amigos donde quiera que estén. (Igual que me calme ante la gente que no entiende y que no se cuidan para nada, aquellos imbéciles que tienen que pasar por la amarga situación para entender cojone que esta mierda mata).

 

Son duros los días pero tenemos a nuestro favor la fe y la esperanza de que “todo futuro tiene que ser mejor”, cómo dijera el gran Julio Antonio Mella. A mi amigo Arnoldo Fernández Verdecia le escribo aquí que no se preocupe, que El Cubo Oriental no ha perdido aún a su editor y que aunque no he escrito mucho en este dos mil veintiuno mirando el panorama con La Edad de Oro o leyéndome clásicos cuentos como “El Sur”, sigo en pie de guerra con cuchillo en mano y salgo a la llanura a batallar.    

 

 

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