Me alegra mucho saber que algunos
jóvenes todavía se interesan por la Historia Local.
Esta debería ser una de las asignaturas priorizadas en Educación en cada uno de los municipios de la Sierra Maestra, porque, entre las nuevas generaciones, pocos conocen de
cómo fue la cosa durante la
Guerra. Ya
que tú quieres conocer sobre algunos detalles sobre la Lucha Revolucionaria en esta zona, te diré que desde
los primeros momentos estuvimos mi familia y yo involucrados. Es muy bueno que
esto de una forma u otra se conozca. En los primeros días de marzo de 1958
la influencia de la columna de Juan Almeida se hizo sentir por estas vueltas y
una de las primeras acciones de dicha tropa fue el intento de quemar los tanques
de combustibles en lo que sería en el futuro refinería Hermanos Díaz. Esto no se
logró porque hubo serios problemas. Cuando esta columna se instaló en la zona, ya aquí operaban
algunos puntos guerrilleros: el capitán Enrique López en la zona de La Anita; en la loma del gato
Fino Galán y otras gentes más. Nosotros pertenecíamos a uno en el que mi
hermano mayor Armando se encargaba de la armería que había aquí en este
mismo lugar, cerca del ranchito en que vivíamos cuando aquello. Ahí nos
dedicábamos a arreglar armas de distintos calibres.
Fagín Haber Martínez |
Luego con el tiempo el jefe de
operaciones, un compañero al que le decíamos Vecino fundó la primera escuela
rebelde que tuvimos y que aún lleva el nombre de Arquímedes Colina Antúnez. El
maestro era un hombre llamado Pedro Pablo Núñez que había recibido un tiro en
la rodilla y entonces, hablándose con el dueño de la Finca este accedió a dar el
terreno donde dicho compañero empezó a darles clases a nueve alumnos. Esta
escuela siguió siendo atendida por los rebeldes hasta mucho después del 1ro de
enero de 1959.
La escuela se hallaba primeramente en El Pinar. Después se trasladó a Las Cuavas y de allí
triunfada la Revolución, pedimos los
materiales, dimos el terreno y la bajamos un poco más. Esta vez a la entrada de
la finca de nuestra finca que obtuvimos cuando la cosa de
la Reforma Agraria. Otros campamentos que me vienen este
instante a la memoria son los de un teniente llamado Salazar y una comandancia
en la zona de Caletón de la cuál no recuerdo el nombre de quién la comandaba.
De los campesinos que ayudábamos ya de esos quedamos muy poco. Por aquí se
atendían también a los heridos en combate y tal es el caso de unos de los
hermanos Guerra que quedó muy mal herido cuando explotaron el polvorín del
Cobre, el mismo jefe de operaciones y cuantiosos diverso combatientes. Para eso
teníamos montada una enfermería con tales fines. En esta enfermería cooperaba
una mujer llamada Consuelo Coromina y su casa en las cercanías fue prácticamente
un campamento del E. R. Su entrega fue decidida. En esta misma casa descansaban
algunos de los mensajeros que eran enviados a las distintas misiones y que
compartían con nosotros la lucha.
En esta región teníamos también
establecida una carnicería donde el ganado decomisado a un oficial de la
tiranía era sacrificado con el objetivo de darles comida a los campesinos y a
los campamentos. Esta zona estaba en realidad bajo aparente calma y aunque no
se presenciaron combates fuertes contra el enemigo si hubo muchas acciones en
favor de la revolución. Ya la guardia rural no se internaba en el monte y si
pasaban lo hacían de vez en cuando por el camino vecinal por todo el litoral en
caravanas. Esto era el resultado del fortalecimiento del frente y ni estando
locos venían. Nuestra familia se incorporó justamente después del desembarco
del yate Granma a través de las influencias de un compañero que luego
desaparecieron los esbirros en una tarea en La habana. Jamás supimos de él ni
nosotros ni su esposa con la que tenía una hija pequeña. Solo se sabe que lo
cogieron en Boyeros y lo borraron del mapa. Como te dije anteriormente a la
zona había llegado la columna del comandante Juan Almeida y de él puede decirse
que era un hombre muy valiente. Claro, el centro de las operaciones de su
jurisdicción se encontraba e La
Lata pero sé que él participó en la toma de El Cobre y fue él
prácticamente quien dirigió esta región alrededor de Santiago. La aviación enemiga nos bombardeaba
poco pero las veces en lo que sí lamentablemente mató a mujeres y niños en la
parte de La Anita. Ahora
que lo pienso bien recuerdo un incidente: estábamos en la playa del Aserradero
y nos sorprendió una avioneta. Esta nos ametralló pero no hubo ninguna baja.
Para estos poblados los aviones pasaban internándose sierra adentro. Se podía
decir que ya estábamos en territorio libre y a esas gentes ya no tenían agallas
de meterse a fondo en estos lugares.
Las reses que se sacrificaban eran una o dos por semana de acuerdo a la
cantidad de campesinos y a las necesidades. Una vez fue interceptado un barco
mercante que se dirigía a Pilón y toda la mercancía que transportaba fue
repartida al pueblo y a los campamentos. Esta aventura estuvo protagonizada por
unos de los hermanos Guerra, Israel, y el capitán Calderón en una lancha rápida
que poseían para operar. Nuestra tarea consistía en mantener la armería en pie
y ayudar en la cura de los enfermos. Recuerdo especialmente el 1ro de enero de 1959: aquel día íbamos a matar y nos encontrábamos en el matadero desde bien
temprano. Yo estaba sentado en el río cuando nos dieron la noticia. Yayo y el
maestro bajaban del Pinar gritando a voz viva:
--¡Se fue Batista! ¡Se fue Batista!
Y entonces yo subí a la casa a dar la noticia. Fue una jornada de
intensa alegría, hicimos disparos al aire y nos abrazábamos. Aquello fue
tremendo e inolvidable.
La armería era para arreglar las armas a los
combatientes y mantenerlas en buen estado. Era muy serio el trabajo que se
hacia en ella. Permanecíamos en la misma cuatro trabajando y eran los
mensajeros quienes traían los materiales a restaurar desde los distintos
puntos. Yo a veces me iba con ellos para ayudarles a transportarlas. Hubo
momentos difíciles pero seguimos adelante. Uno de ellos fue cuando nos hirieron
al jefe de operaciones. De las mercancías que sacábamos de la finca y
eran destinadas a los guerrilleros consistía en hacer de la caña miel. Se
cocinaba el guarapo porque el azúcar se había extinguido por causa de la guerra.
De una forma u otra esto era rentable para nosotros. También fabricábamos
queso. Cuando la guerra comenzó el cuartel de la guardia rural se encontraba en
el Aserradero. Ellos caminaban esta zona pero tan pronto se tomó en mayo de mil
novecientos cincuenta y siete el Uvero y otros cuarteles abandonaron de
inmediato la posición. Los campesinos le teníamos odio puesto que siempre
hacían sus sinvergüensuras.
Actualmente se halla en el mismo
pueblo de Cañizo pero sigue siendo la misma que fundamos en tiempos rebeldes.
En la actualidad yo he abogado por rescatar estos campamentos por su valor
histórico en diferentes reuniones incluso hasta en la misma Habana pero al
final hasta ahí todo ha quedado. Es una lástima que esta sea la realidad.
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