Yo también sufro en mi piel los apagones en mi Isla, los mosquitos y el calor que caracterizan nuestra posición en el trópico, las noches en vela para que llegue en las madrugadas el fluido eléctrico con tal poder pegar los ojos, dormir algunas horas aunque sea, y volver a la carga con machete en mano cada jornada como un mambí entre otros tantos de este siglo XXI, en una Cuba plagada de contradicciones ideológicas, de pensamientos diversos, distintos.
Entre tantas noches de ardua resistencia me balanceo en los mecedores de casa a esperar en los horarios señalados, el momento cero en que inicia la aventura para nuevamente sentir el aire del ventilador en cinco horas y pico o seis. Me reconforto entonces escuchando los ruidos característicos de la noche y ver desde la sala de la casa a semioscuras, cómo por las persianas abiertas a tope, entra la luz de la luna llena en las ocasiones que le toca su turno.
Sí, efectivamente, sufro esto y mucho más. Como la intromisión de ello en mis labores como periodista reportero de una emisora ubicada en plena Sierra Maestra en las que tengo que esperar muchas veces las tardes para poder realizar mis trabajos periodísticos. Recuerdo entonces aquella sabia frase que escuche hace años en boca de mi abuela y que nos dice lo de la paciencia y sus frutos dulces, almibarados.
En pocas letras he hecho un recuento simplificado de lo que percibo ante la prolongada situación electro energética que vivimos los cubanos durante los ya más de 10 extensos meses advierto, que han sido los de este año 2022, más ahora les vengo con el pollo del arroz con pollo de este texto.
Muchos a lo largo y ancho de la isla han volcado sus insatisfacciones con el delicado tema en las redes sociales, desesperados. Sitios como Facebook, por citar el más concurrido, son las constancias más fervientes de los comentarios, quejas y de muchas opiniones que considero no deberían ser. Un ejemplo indetestable, si la palabra usada existe, ya que el corrector del Word me la señala en los momentos de escribir este artículo, me viene de un famoso señor que por ética no diré nombre ni oficio, pero que muestra en su perfil una histeria férrea con lo que pasa con la electricidad y confieso que he estado al punto de hacerle comentarios indignado de lo que publica, pues no concibo que una persona con tan alto coeficiente intelectual se ponga en las redes en tales papeles que le hacen parecer la más representativa Majestad de los Mediocres.
Que no me jodan con la excusa que tienen el derecho de hacerlo, vaya, no digo lo contrario, lo tienen, pero ¿van a resolver algo con tantas quejitas en sus perfiles?
Nada. Creo yo.
Pienso que como cubano realmente hacerlo es degradarse ante la dificultad, es demostrarles a un sin número de enemigos o amigos hipócritas, como también lo existen desde las diversas latitudes del orbe, lo blandengues que son unos cuantos a la primera irregularidad de la situación a lo que están acostumbrados a vivir.
Advierto una vez más para a aquel que le interese este texto: no estoy justificando con el mismo lo que nos está pasando como Nación, yo también sufro como el más pinto de la paloma, sufren cientos de niños a los que todavía no les ha tocado entender ni de socialismos o capitalismos, pero publicar por Facebook y sin bases criticar a la primera, no es solución aunque la mayoría piense que sí.
No es tampoco ser aguantones con el reclamo de aquellas cosas que pudieran tener solución pero pensar un poquito antes de teclear lo que nos viene primero a la mente no es del todo una mala idea si de reflexionar el impacto de lo que estamos arrojando y publicando en el mundo digital se trata.
Es mi posición desde pocas luces y tanta oscuridad. Termino citando al Apóstol cubano cuando escribió en la antepasada centuria: El sol quema con la misma luz con que alumbra. El sol tiene manchas. Los agradecidos ven la luz. Los desagradecidos ven las manchas.
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