jueves, 24 de noviembre de 2022

Un texto para Pablo, desde El Cubo Oriental

 

Este 22 de noviembre ha muerto en Madrid, España, el autor de Amo Esta Isla, Yolanda, Yo No Te Pido, y de otros tantos temas emblemáticos que desde hace décadas ya forman parte indispensable de la cancionística e imaginario popular de los habitantes de esta tierra antillana, y que de cierta forma por así decirlo, nos ha obligado sin remedio alguno a los que disfrutamos plenamente sus interpretaciones, a ser adictos incondicionales de una lírica en la que descubrimos segundo a segundo extraordinariamente, la inusual genialidad de este grande entre los grandes que será de presencia eterna en la historia musical cubana.

La noticia cruzó el océano Atlántico a través de la Internet desde la península Ibérica impactando como feroz asteroide en nuestras almas, y en ella vino la muerte desde la distancia, a cientos de millas y kilómetros, a recordarme de que existe para todos, que algún día tarde o temprano vendrá por mí, que solo estamos prestados en el mundo el mismo tiempo en lo que Dios da un pestañazo divino y se nos apaga el respirar y el corazón, como se le ha apagado a la Cultura Cubana y a toda la comunidad de habla hispana en general, una de las últimas leyendas vivas de la Nueva Trova, alguien a quien he escuchado desde hace bien poco lo confieso, pero con una sonoridad intelectual que jamás tendrá sin igual en la bitácora de la Humanidad en épocas venideras.

Los primeros indicios de la música de Pablo en mis archivos musicales estuvieron en pistas de audio fechadas en 2001 y 2010 donde cantaba junto a el guatemalteco Ricardo Arjona y el por entonces Dúo Buena Fe, en los discos titulados Pablo Querido y Pi 3,14 respectivamente, nombradas ambas La Novia Que Nunca Tuve y Despedida. Solamente años después, no hace todavía cinco semanas fue que decidí tomar de la fonoteca de Radio Coral, la emisora donde trabajo, unas cuantas carpetas de su vasta obra fonográfica de la que por cierto, me faltan otros clásicos que añadir a dicha colección.

Guardar como cubanos, en estos tiempos presentes de universos digitales y de mucho consumismo en las redes sociales la música de Pablo Milanés, será desde ahora en lo adelante una valioso tesoro para todo aquel que tenga el privilegio de entenderla como tal. Escuchar en medio de la noche cuando se nos va la luz debido a los compromisos de los bloques establecidos para la afectación, con audífonos en manos y sobre las orejas, Fílin 4 y 5, es deleitarse penetrando en un universo donde suena maravillosamente la guitarra a punta de son puro y saber sin saber como lo sabes de que tienes en tu poder una cita a la que no debes dejar de asistir, si de aprender sobre la nueva trova se trata. Ahora defender esas elegantes imperecederas letras, es la lección a la que nos llama el futuro.

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