Melba Rosa Justiz Hechavarría, la madrigalista |
La conozco desde niño. Llena de amor y sabiduría es
confortante dialogar siempre con ella. Se pierden en la memoria entonces ya
tantas conversaciones pero nunca las ganas de volver a su casa una y otra vez.
Entre tantas cosas así he sabido de su devoción por el canto. También para mi
sorpresa, hace poco he sabido que integrante fue del Coro Madrigalista de
Santiago de Cuba, mencionado antes con gran intencionalidad como introducción
de estas páginas. Me propuse pues luego intentar hacerle una entrevista,
hacerla hablar sobre sus tiempos en dicha agrupación coral corriendo el alto
riesgo de no lograr nada. Melba se rehúye a conversar de su pasado diciendo a
veces que su vida no tiene ninguna cosa digna de recordar. Gracias a Dios tuve
algo de suerte y estos son mis resultados:
***
-Imagino que la oportunidad le vino como
anillo al dedo, ¿Cómo llega al Coro Madrigalista (CM) de Santiago de Cuba y en
qué año?
-Entro en 1968. Al retirarse una de las muchachas
que quería iniciar la carrera de solista. Fui contactada por uno de los tenores
de aquel entonces de apellido Cajigal. Tropecé así con la música madrigalista
por los designios de Dios. (Risas) Así
fue que la conocí desde otro maravilloso punto de vista. Solo la escuchaba por
la radio. Mi papá, una persona a la antigua, no estaba de acuerdo. Para él las
mujeres eran de su casa. Era mal visto que trabajasen fuera. Mucho menos en el
arte y la música. Fue buen músico. Aunque
no sabía nada de academia la guitarra hablaba en sus manos, incluso las de
juguete. (Otra vez risas) Hice una sola prueba y enseguida estuve dentro.
No podía creerlo pero era tan real como la conversación que tenemos ahora.
-Seguro que al principio no le fue fácil
adaptarse. ¿Cómo era la vida dentro de éste?
Melba resaltada en el circulo, en una de sus presentaciones con el coro Madrigalista |
-Pertenecer a una agrupación de canto coral
que se presentaba muy seguido y durante tantos años son innumerables y hasta a
veces olvidados los momentos pero, ¿Cuál es la presentación que más recuerda y
de quiénes eran los trabajos en los repertorios del coro?
-Nos presentamos una vez con un texto de José
Martí: La Sombrilla Alameda. Recuerdo que la sala estaba repleta y la ovación
del público fue tan enorme que me emocioné toda. Escuchar todos aquellos
aplausos me hacían saltar al alma aunque jamás se lo dije a nadie: eres el
primero en saberlo. En el repertorio había
piezas de muchos autores que son dignos de notar pero no te complaceré (Risas), solo haré mención de quien creo
se merece una ganada mención. Ese es Esteban Salas cuyas aclamadas obras por el
público hacían deleitable nuestro trabajo. También obras selectas de la cultura
de los siglos XVIII y XIX.
-Los seres humanos vivimos aprendiendo desde
que nacemos y así es durante toda la vida. Cada experiencia nos hace aprender
un poquito más, ¿Qué le brindo pertenecer al CM?
-Pertenecer al Coro Madrigalista me brindó una
concepción especial de la vida. Si el destino me hubiese preparado otro camino
y yo no fuera parte de la historia del coro, no sería lo que soy. El canto es
una manifestación inseparable de mis huesos. Ya nada más me queda un chisquete
de voz pero tengo fe en que quizás antes de morir vuelva a cantar como en
antaño. La voz que tengo ahora no se parece en nada a la de mi juventud. Hace
poco quise cantar en la Iglesia y lo que me salió fue una voz de gato. (Risas)
-De los que estoy seguro que aún todavía
conserva a pesar de los años porque sé que posees una buena memoria empero de
tantas cosas ¿Algún otro recuerdo en especial?
-Recuerdo con gran interés el Festival De Coros de
Matanzas´75. (El coro ha participado en todos los festivales). Los primeros
años de la Revolución el Madrigalista radicó en la casa de Vilma Espín. Estuvo
ella más de veinte años en este coro. También recuerdo con gran cariño al
primero de sus directores, a Miguel García y a la esposa de este. Otras del
coro que se comportaron atenta conmigo fueron Carmen del Toro ya fallecida, muy
querida dentro del coro. García Oliva era una persona recta pero no ingrata No
deseaba que yo ni nadie la pasara mal. Siempre estaba atento a las personas que
tenían talento. Ayudaba a todos para que encontrasen satisfacción en el arte.
-El artista se va formando y perfeccionando
a medida que avanza en las cuestiones de su trabajo. Más hay elementos que les
son al artista innatos, ¿qué cree usted que debe tener alguien para ser
artista?
-El artista tiene que tener equilibrio. Cuando
estaba en el coro nos enseñaban constantemente esto. El artista tiene que
cultivarse y leer mucho. Vivir ejercitando su mente. Uno de los ejercicios que
hacíamos en nuestro caso eran el de respiración y el de girar en forma de cono
sobre nuestro pies inmóviles para poder resistir el tiempo parado frente al
auditorio. La gente se cansa y nosotros no estábamos exentos de cansarnos como
es lógico. Dentro de nuestras faenas diarias estaban largos minutos dedicados a
esto. Claro, había algunas otras maniobras que el artista tiene que saber para
considerarse como tal, pero el equilibrio es como el eje muchas cosas.
-Usted es devota cristiana, católica, y me
ha dicho que desde niña la llevaban a la Iglesia ¿Estar en un coro no le fue
impedimento?
-Estar en el Madrigalista nunca me impidió seguir
asistiendo a la Catedral. Mi sicología se adaptó a que las dos pasiones, la de
seguir a Dios en primer término y a la música en el segundo podían mantenerse
sin ningún tipo de problemas. Hubo quienes me dijeron que aquello estaba mal
pero no me importó. Recuerdo algunos casos a los que la vida se le imponía
seguir una sola cosa a la vez. Gracias a Jesús, a mi fe puesta en él que nunca
tuve que pasar por eso.
-No se puede a veces hablar de algo sin
relacionarlo con la fuente principal del mismo como en nuestra sociedad es el
pueblo ¿Cómo usted ha visto la relación del CM con este?
-El coro Madrigalista ha sido siempre respetado por
el pueblo. Todos aquellos que pertenecíamos a él estábamos comprometidos
primeramente con la sociedad a la que profesábamos claramente por haber salido
de ella. No existía ningún madrigalista que no fuera humilde, noble, sencillo.
Hay gente que no valora la sencillez, pero la sencillez es una de las
categorías humanas más puras.
-Siempre tenemos temor en momentos
específicos de la vida, ¿Nunca tuvo alguno en medio de las actuaciones junto al
CM?
-No, para nada. En el escenario mostré en cada
ocasión serenidad. No era la única frente al público, como es lógico, pero
disfrutaba de cada puesta con el corazón alegre y lleno de júbilo. Una de las
claves para transitar el arte cuando se es parte de un coro es tener confianza
en uno mismo. Los coros aunque sean de aficionados no pueden demostrar
nerviosismos. Inevitablemente esto afecta la calidad de sus propuestas y aunque
lo intentes ocultar el espectador se da cuenta de eso. No se trata de ser
perfecto, nadie lo es.
-A pesar de que a usted no le gusta hablar
de su vida privada pasada ¿Alguna anécdota que me pueda contar de su vida?
-Sabes que no, (Seriedad
en su rostro) pero te haré una que tiene que ver con el tema del cual
estamos conversando: Cuando era aficionada una vez me ocurrió algo que jamás se
me olvidará. Me iba a presentar e una actividad y estaba difónica. Una señora
me trajo café bien caliente con limón y aquel remedio me hizo efecto a la
perfección. Al empezar canté mejor que en toda mi vida. La señora hace años que
murió pero hasta que me toque a mí le estaré agradecida. Si no hubiese sido por
ella el haber hecho el ridículo no me lo quitaba nadie. Hay gente que te
ayudará incondicionalmente. A veces uno siente que no existen pero no es así.
-Según por mis estudios la sociedad en la
que usted nació y creció, y mencionado de alguna forma por usted misma, era una
sociedad machista y prejuiciosa. Todavía en pleno siglo XXI sobreviven algunas
de estas ideas ¿Tiene algún impedimento el ser mujer para buscar los caminos
del arte?
-Desde chiquitica, como creo que ya te conté, mi
padre, que no sabía nada de academia descubrió en mí a la artista. Te recuerdo
que él no quería que yo estuviese en la calle. Pero una artista para que
llegara a gozar en aquella época de reconocimiento tenía que romper esquemas.
Incluso hay que ponérsele dura al marido. Una vez estábamos en festival. Desde
afuera mi esposo me llamaba. Le mandé a decir con una de mis compañeras que no
lo podía atender. Ésta y ninguna de las otras me quisieron hacer el favor. Tuve
que ponerme fuerte con él. Los hombres de aquel entonces tenían una educación
diferente. Es lamentable que todavía persistan los prejuicios contra la mujer.
***
Junto al coro en la casa de Vilma Espín, Santiago de Cuba |
Sábado tras sábado a eso de las tres de la tarde la
misión católica se activa. Los feligreses sentados en modestos bancos de madera
escuchan su lección. Curiosos pasan calle arriba y calle abajo los vecinos
confiados que ´´la viejita Melba´´ como algunos la llaman, todavía sigue en pie
de guerra y es la anfitriona. Desde Santiago de Cuba importantes personalidades
de la denominación cristiana vienen de vez en cuando a visitarla. Pero esto es parte
de otras historias. Ojalá sea EL CUBO… quien las cuente algún día.
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