Mapa de Cuba oriental donde queda el barrio rural de Cañizo |
Si a través de un satélite se
observara más de cerca el área geográfica suroriental de Cuba correspondiente
al municipio donde resido (Guamá), se puede ver que todo el litoral está
habitado y en él se asientan diferentes jurisdicciones rurales concentradas
principalmente a orillas de la carretera que atraviesa la Sierra Maestra
desde Santiago de Cuba en dirección a Pilón, localidad ubicada en la hermana
provincia de Granma.
Cañizo es uno de estos barrios (fotografía
1) y sobre el por qué de este nombre existen dos hipótesis. La primera no las
ofrece Clara Duany, maestra y vecina del lugar. Dice ésta que en los tiempos
fundacionales unos de los primeros vecinos era un hombre de apellido Cañizares.
La segunda afirma en que cerca del puente que tenemos existía una laguna llena
de caña cañiza de las que los más chicos sacaban sus güines para armar
papalotes y cometas.
Resido aquí permanentemente desde
los doce años con excepción de las temporadas en las que retorno al Baire natal
para pasar algunos días de vacaciones. Poseemos un riachuelo que tiene como
nombre el del pueblo y que divide el núcleo poblacional en dos.
Se puede decir entonces de un Cañizo Este en el que se encuentran la bodega, la
escuela primaria, la gastronomía y una extensa área residencial , y un Cañizo Oeste donde se enclava el Consultorio Médico de la Familia
y otra gran arteria de viviendas. La población de Cañizo es
heterogénea atendiendo a su composición que no es más que la mezcla que
conforma casi toda la Isla: díganse la fusión de españoles, africanos y otras
etnias. El pueblecito pertenece al Consejo Popular de Caletón Blanco, uno de
los tantos en los cuales se divide la administración del municipio.
Abundan, como es lógico y
característico de su espacio geográfico, los campesinos en las montañas que
siembran para poder subsistir tubérculos como la yuca y boniato, legumbres como
frijoles y habichuelas, frutas como la fruta bomba y el mango tropical muy
diseminado en la región junto al anón y el anoncillo. También el cañicero cría
ganado de diferentes especies como el vacuno, ovino y caprino.
La gente residente en Cañizo
posee un carácter jovial y alegre. Otra actividad que desarrollan los locales
es la fabricación de escobas, cepillos de lavar, trapeadores que un vez
elaborados son vendidos preferiblemente en la ciudad de Santiago donde se
compran artículos y alimentos de primera necesidad como lo son de aseo personal,
arroz, productos cárnicos y otros que ayudan a balancear la dieta de los
pobladores .
Una vista del río Cañizo que desciende de las montañas orientales |
La naturaleza de Cañizo juega un
perfecto contraste al estar enclavado en medio de la Sierra Maestra, conocida
en la Isla por su diversificación en cuanto flora y fauna. Se pueden encontrar
en las lomas que nos pertenecen el tocororo ave nacional y muchos ejemplares de mamíferos
como la jutía conga. El riachuelo se mantiene en su recta final la mayor parte
del año sin agua mientras que unos cuantos kilómetros arriba mantiene su cauce. Por esas vueltas se encuentra la caja de agua que nos
abastece y del lado de abajo bien conocidas nombradas pocetas como la Poza del
Hombre, la de Encarnita, y la de Luz Marina. En ellas, cuando los tiempos de lluvia limpian sus lechos, es
muy gratificante nadar y hacer turismo en sus alrededores. Por lo general quienes
lo hacen, cargan unos cuantos mangos en una javita de nylon o internándose en
el monte empiezan a recolectar anones maduros o marañones cuidándose, claro
está, de las avispas que cualquiera puede hallarse y, con el susto, paticas
para qué las tengo corriendo loma abajo.
A pesar de las consecuencias
dañinas para la salud que supone el consumo de alcohol, este renglón forma
eslabón inseparable de la cultura cañicera. Las noches se encienden en el
ranchón particular que tenemos con las ventas de cervezas, rones y comidas. No
será el espectáculo al ritmo de la vida nocturna santiaguera pero son las cosas
que poseemos. De vez en cuando el mismo ranchón alquila un DJ local para que la
música cambie un poco el panorama.
La música preferida de las
fiestas cañiceras varía según los gustos. En el ranchón se presenta un grupo
local llamado Mathew (al cual no he tenido todavía el honor de fotografiarlo), haciéndole
los honores al huracán que recientemente pasó por la Isla y que nos dejó a unos
cuantos lugareños sin techo. Hay quienes incrédulos no confían en la capacidad artística
que tiene el mencionado grupo. Otros con canequita en mano se ripian con el
chiquichí chiquichá que le sacan a los modestos instrumentos.
En las noches cuando la mayoría está
de parrandas, otros prefieran la tranquilidad de las playas y múcaras. Allí
desempacan de sus viejas mochilas anzuelos y cordeles para pescar. Actividad que
practican hasta bien entrada la madrugada. No les falta tampoco un pomito plástico
con café o con refresco de cualquiera de las frutas que antes mencionamos para
la merienda ni las cajetillas de cigarros para ´´matar´´ al frío. Pocas veces
van solos. Genial es ir acompañado. Así se forman competencias para ver quien
coge más. Los mechones atraen a cuanto espécimen merodea listos algunos para
ser al día siguiente parte fundamental del almuerzo en algunos hogares cañiceros.
Los jóvenes de Cañizo como embelezados
por el ritmo disfrutan al máximo del reguetón. No estoy en contra. Sí de la
música chabacana y sucia que no nos aporta nada y los convierte en estúpidos
consumidores de esa droga que entra por los oídos y que tiene como resultado la
idiotez e ignorancia. Otro fenómeno cultural en la juventud cañicera es ese ´´amor´´
por el fútbol, ´´-diría yo para ordenar
las palabras y no ser grosero-, y que los hace amantes incondicionales del Barça
y del Real Madrid aunque nada tengan que ver con la geografía cubana. Confieso
que a veces mi padre haciendo despotismo me ha hecho tragarme algunos partidos
del más universal de los deportes y a la larga no tengo nada en contra pero los
chamas que sienten ´´orgullo´´ por jugadores que ni siquiera imaginan que ellos
existen las aristas que los identifican como cubanos ni las miran.
En los primeros meses del año por
su posición, llegan a Cañizo los vientos del norte. Los más chicos entonces con
materiales que tengan a la mano arman sus cometas que vuelan por todo el pueblo.
Cuando termina la temporada, aunque no sea correcto, pueden verse colgados y
enredados en los tendidos eléctricos restos de esos papalotes. Otro de los
juegos viene después de los torrenciales perdidos entre marzo y abril. Con
ellos la señal al cangrejo rojo que habita en nuestros lomeríos está dada para
que bajen al mar a depositar la próxima generación. Los más chicos ignorando el
ciclo sagrado utilizando hilos de sacos sacrifican unos cuantos ejemplares para
divertirse en sus ratos libres. Se les pude ver entonces que andan para arriba
y para abajo mostrando las tenazas que levantan para aquí y para allá. (Yo
odiaba las temporadas del cangrejo rojo que venían años tras años. Nunca jugué
con ninguno y tampoco dejaba cuando niño de tener pesadillas con la espeluznante
idea de encontrarme uno en mi cama). A los muchachos de mi barrio también les
gusta la costa. En los tiempos estivales pueden oírse el regaño de los padres
cuando los hijos llegan a casa con la cara completamente tostada del sol que
raja las piedras sobre todos los mediodías.
En Cañizo hay temporadas que la
comidilla del día es el tema del agua. El pueblo sufre, como todos los demás
barrios de Guamá y del país completo, las condiciones desfavorables de pocas
lluvias en largos espacios durante el año. Es por eso muy llamativo que cuando dicen
los aguaceros a caer el paisaje se viste de verde llenando de vida toda la
geografía cañicera. Cuando deja de hacerlo y ese mismo viento
norte utilizado en volar papalotes aparece, la hierba muere rápidamente por la
sequedad del terreno y el hostigamiento del sol. Entonces las praderas coronan
al color amarillo.
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