La
vida de Fidel Castro, nuestro comandante en jefe hoy y siempre para los que
amamos su legado, estuvo llena de grandes datos históricos y bienaventuranzas
del destino. Muchos hombres como él no corrieron igual suerte en cuanto a
atentados contra sus vidas y obra. A Fidel intentaron matarlo en más de seiscientas
ocasiones y, de aquellas que conozco porque fueron registradas en la historia,
hago que mi imaginación tenga vuelo libre para deducir que, de las alturas había
una legión de ángeles cuidando a cada instante de él.
Memorable
es para mi cuando en 1953, después de asaltado el cuartel Moncada, fallara el elemento
sorpresa y fuese preso en las inmediaciones de la gran piedra, el ejercito no
lo asesinara como a los más de sesenta jóvenes que fueran masacrados por
aquellos días.
-Fidel
no puede morir aún- dijo una voz en los cielos -.Todavía tiene que cumplir lo
encomendado. Fue puesta entonces la valentía en el teniente Sarria que lo
condujo al Vivac incumpliendo la orden de llevarlo al cuartel para el
sacrificio a favor de la tiranía.
A Fidel
le quedaban aún más de seis décadas de gestión a favor de ´´Los pobres de su
tierra´´ yo tenía que nacer todavía unos treinta y siete años luego y tener el honor
de vivir, aunque sea por veintiséis más, sabiéndolo tan real en mi mismo
tiempo.
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