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Una de las portadas del libro más famoso del mundo |
Son populares dentro del Nuevo
Testamento las famosas cartas que el romano de origen judío Saulo escribiese,
luego de convertirse al cristianismo en el primer siglo de nuestra era. Saulo,
natural de Tarso, en dichas cartas alguna que otra vez escribió a una ciudad
griega llamada Corinto en un par de ocasiones en los que conocemos actualmente
como 1ra y 2da epístolas a los Corintios. En ellas Pablo, el otro nombre de
Saulo, diserta sobre la fe en Jesús y muestra a los convertidos griegos cómo
alcanzar en la figura de Cristo la redención y vida eterna.
En la primera de estas cartas llama
poderosamente mi atención el capítulo décimo tercero titulado “La preeminencia
del amor”. Este capítulo pudiéramos decir, es uno de los mas importante del
santo libro. Radica su esencia en mostrar por qué es importante el amor como
una de las premisas que debe tener el ser humano para no ser solo un pedazo de
carne que se mueva y que tenga la capacidad de amar a sus semejantes. Es pues
este capítulo unos de los que frecuentemente es citado por los fieles cuando
decimos que el amor nunca deja de ser (versículo número 8), es sufrido, es
benigno, (...) no tiene envidia, (...) no es jactancioso, no se envanece,
(versículo 4), no se goza de la injusticia
mas se goza de la verdad (versículo 6).
En fin, la vida me ha enseñado y me
enseña cada día otro tanto, que es el amor que mantiene el equilibrio de alguna
forma, que a veces muchos pierden este equilibrio y dejan el pecho abierto pues
al odio y al rencor amargándose así sus días. Sin amor no hay futuro alguno
para ninguna sociedad de la Tierra. No tenerlo como aliado del corazón es un
peligro y una gran pérdida de tiempo. La humanidad completa debiera tener una
cita inevitable con este capítulo de la Santa Biblia. A mí
me pareció cuando lo releí recientemente, encontrar una pista que estuvo siempre
en mis narices y que, francamente, no se por qué tardé tanto en descubrir. Su
lectura es reveladora. Da sentido. Ofrece un camino claro al que lo lee y
entiende sea creyente o no.
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El capítulo 13 de 1ra de Corintios |
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