Basado en una historia real
Ya perdió la cuenta de su edad y
padece demencia senil. He escuchado muchas veces a los vecinos comentar que cuando
joven no fue buena madre y como resultado ahora está recogiendo lo sembrado. Su
casa es de tablas viejas, zinc oxidado como techo y se las pasa las horas
sentada en una silla de ruedas mirando por la ventana. El cuarto donde duerme posee una cama mal armada
e incómoda. El colchón siempre está húmedo. No puede pararse a tiempo, ¿entiendes?
Ni tampoco hacerlo sola. Su hija la abandonó cansada de luchar con ella. No todas
las personas tienen el aguante para botar heces y orine todos los días y en
todo momento. El hijo que tiene le trae de comer en las tardes, pero no le es
suficiente. Le grita de vez en cuando porque se les caen las vasijas. Sus
viejas manos ya no son las de antes. Además de estar mojado frecuentemente
duerme a veces en su colchón sin sábanas limpias y por el que suben hormigas
para torturarla. Tiene un solo vestido, mugriento y no lleva ropa interior no
sé hace cuanto. Hubo unos meses que el vecino más cercano la ayudaba, pero cada
cual anda en su mundo. Son pocos los corazones sinceros que a la hora de la
verdad ayudan sin pedir cuentas del pasado. La soledad está con ella como un
castigo. ¿Eso es vida o estaría mejor muerta? Las hormigas que suben por las
patas de la cama la pican pero no importa, ¿se ha adaptado o no tiene fuerzas
para gritar? En ese momento no, pero en las madrugadas su lamento se escucha por todo
el barrio y tal vez los niños más pequeños, aquellos que todavía no entienden
las cosas de ésta vida la toman por una vieja bruja con el aspecto que tiene. A
ciencia cierta afirmo que no debe acordar mucho de sus acciones pasadas. Quizás
merezca las cuentas que la existencia le está pasando y la factura es inmensa. ¡Pero
es un ser humano coño, no un cadáver! Dios nos da la capacidad de elegir,
actuar y el perdón de los que nos rodean puede ser una. Ha perdido la noción
del tiempo, enfatizo en esto. No sabe en qué año está ni los días. Sigue
parqueada en su “trono”, con mirada frágil. Ya el mal olor debe haber bloqueado
sus orificios nasales. Me pregunto entonces qué somos, hasta dónde llega la verdad,
hasta dónde las mentiras.
4 de enero de 2017 Original
9 de febrero de 2019 Revisado
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