sábado, 23 de febrero de 2019

El Loco (Cuento)


Lo vi llegar y sentarse en el banco que estaba frente al mío haciendo curvas desde la multitud que no muy lejos pasaba. Vestía con vieja guayabera desabotonada, percudida. Mostraba ésta por debajo un pulóver negro desgastado con la figura del Che en rojo. De  pantalón uno de nylon gris empolvado y unos zapatos del mismo color. Su cara y cabellos desaliñados daban a entender  que hacía quizás semanas que no se afeitaba y mucho tiempo que no probaba agua. Tenía en una de sus manos una canequita vacía y en la otra un billete doblado de cinco pesos. Se quitó los zapatos y encaramó los pies ante los ojos de los turistas que andarían rondando el lugar desde bien temprano en la mañana. Empezó a hacer gestos de cómo quién se explica cosas a sí mismo y uno mismo no  puede entenderlas. La gente lo miraba y de cierto modo quise ser él, sin preocupaciones, sin pensar en el mundo y todas las mierdas que este nos deja a los que nos creemos cuerdos. Tiró el pomo plástico con rabia. Uno de los hombres que no muy lejos estaba se lo recogió dejándoselo a su lado. Como consecuencia el hombre lanzó algunas palabrotas y el otro molesto solo dijo que si lo tiraba de nuevo no se lo volvería a recoger. En eso pasó un policía y le reclamó. El tipo lo miró fijamente balbuceándole algunas palabras confusas, imposibles de descifrar, y el uniformado dejándole por lo que irremediablemente era siguió su ronda por el parque. Yo saqué una libreta y me puse a escribir algunas notas olvidándome rápidamente de todo aquello. En unas de las equinas se parqueó un grupito a tocarles sones clásicos a los turistas y aquella música me fue relajando también. Serían las casi una de la tarde. Al rato sentí el ruido de la canequita al caer contra el piso como si con rabia hubiese sido tirada nuevamente. Levanté la vista y también vi en el pavimento el billete que empezaba a ser mecido por una suave brisa. Todos miraban hacia el banco del loco. Inmenso fue mi asombro cuando descubrí la ropa tirada sobre el banco pero del hombre ningún rastro. Alcé la mirada para lograr ver entre las nubes perderse una mancha como la de un pájaro grande que se alejaba volando.

5 de febrero de 2015.   

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